Cómo funciona y que es el internet: los cables submarinos que conectan al mundo
Cuando hacemos uso de internet, algo que se produce con una frecuencia casi constante en nuestro día a día, tendemos a no considerar toda la compleja estructura tecnológica que se encuentra detrás de esta red global. Nos resulta casi instantáneo el contacto que podemos establecer con cualquier rincón del planeta, y es posible que en nuestra mente se genere la idea de que toda la información fluye por el aire o se transmite mediante satélites en órbita. Sin embargo, la realidad es muy distinta: existen nada menos que un millón de kilómetros de cables submarinos que son los encargados de garantizar el correcto funcionamiento de internet.
¿De qué manera opera esta tecnología? Prácticamente la totalidad del flujo de información que se traslada por la red de internet, en torno al 97%, se efectúa mediante la utilización de cables submarinos que atraviesan los océanos y mares de un extremo a otro del planeta. La tecnología satelital, por su parte, ocupa un lugar secundario y se destina exclusivamente a aquellos lugares que se encuentran extremadamente apartados.
Esto se debe a que el trayecto que se debe recorrer es considerablemente más reducido. Si tomamos como ejemplo la distancia que separa Japón y Estados Unidos, que es de unos 9.000 kilómetros, un satélite orbita a una altitud de aproximadamente 36.000 kilómetros. Además, los datos deben ser transmitidos y recibidos, lo que duplica la distancia a recorrer.
Índice de contenidos
Introducción
Los cables de fibra óptica utilizados para la transmisión de señales a través de internet, presentan unas dimensiones realmente reducidas. En concreto, su diámetro es similar al de un cabello humano y se encuentran protegidos por siete capas distintas que aseguran su integridad. Al acercarse a la orilla, estos cables se hacen más gruesos, ya que los riesgos a los que se ven expuestos son mayores.
No obstante, al encontrarse en alta mar y a profundidades considerables, los peligros de sufrir una avería disminuyen considerablemente. Los avances tecnológicos han permitido alcanzar velocidades de transmisión cada vez más elevadas. Por ejemplo, el cable submarino que conecta Bilbao (España) con Virginia (Estados Unidos) desde el año 2018, logra transmitir hasta 160 terabytes por segundo, lo que equivale a transmitir 160.000 películas de 1 giga en tan solo un segundo.
Aunque aún no han sido instalados en su totalidad, se han desarrollado cables de fibra óptica que permiten transmitir un petabyte por segundo, lo que equivale a 1000 terabytes. Para poner esto en perspectiva, el archivo de todas las fotografías que alberga Facebook en todo el mundo tiene un peso aproximado de 1,5 petabytes. La tarea de instalar estos cables submarinos es sumamente compleja y puede requerir varios años de trabajo. Para ello, se prepara el cable en tierra firme, se determina la distancia a recorrer y, posteriormente, un barco se encarga de desenrollar y tender el cable desde un extremo hasta el otro mientras navega por la superficie del agua.
Entonces ¿Cómo funciona el internet?
Es importante tener en cuenta que al conectar dos computadoras se crea una red, y si varios amigos realizan esta misma acción, se formarán varias redes pequeñas. Sin embargo, si se decide conectar estas redes pequeñas, se puede formar una red más grande, que es lo que conocemos como internet.
Cada dispositivo que se conecta a internet tiene una dirección IP única, lo que permite localizar al usuario y compartir información entre ellos. Cada vez que se envía un mensaje, la computadora lo transforma y lo transfiere al módem, que a su vez está conectado a una roseta que envía la información al proveedor de servicios contratado.
Los proveedores, a su vez, están enlazados a un punto de interconexión que une su tecnología y mejora la velocidad y accesibilidad de internet. Una vez que el mensaje ha recorrido este camino y se ha localizado la dirección IP del destinatario, se decodifica para que pueda ser leído en el idioma humano correspondiente.
¿Qué pasa con los cables submarinos?
En la etapa final de su recorrido, los cables submarinos se suelen enterrar en el suelo para protegerlos de posibles interferencias humanas o animales que puedan afectar su funcionamiento. Además, se prefiere utilizar costas con arena, ya que es más fácil enterrar los cables en este tipo de terreno. Por esta razón, se evitan las grandes ciudades y los puertos con mucho tráfico para reducir el riesgo de daños en los cables. A pesar de que hoy en día se utilizan tecnologías de vanguardia, la técnica utilizada para enterrar los cables en el suelo data en realidad del siglo 19.
En el año 1852 se llevó a cabo la instalación de un cable submarino que cruzaba el Canal de la Mancha, uniendo Inglaterra y Francia, para utilizarlo en los telégrafos. En los años siguientes, se instaló el primer cable submarino transatlántico que conectaba Irlanda con la isla de Terranova en Canadá, lo cual permitió la conexión telefónica. Sin embargo, el gran salto en la historia de las conexiones submarinas se produjo con la introducción de la tecnología de fibra óptica en la década de los años 80, lo que permitió la creación de las conexiones tal como las conocemos hoy en día. Según submarinecablemap.com, hay actualmente 437 cables submarinos, entre los que se encuentran los ya instalados y los que se proyectan para el futuro.
En el sitio submarinecablemap.com se puede observar el estado actual de la red y destacar algunas características interesantes. Por ejemplo, la mayor actividad de los cables se encuentra en el Atlántico, entre Europa y América del Norte, aunque una situación similar ocurre entre la costa oeste de Estados Unidos y Japón. De hecho, se encuentra una de las zonas más desarrolladas entre Japón y el sudeste asiático.
A nivel global, se observa que las antiguas rutas comerciales continúan siendo respetadas en la instalación de los cables submarinos. Por ejemplo, desde el Mediterráneo, los cables atraviesan el Canal de Suez de manera subterránea para conectar Europa con Medio Oriente, India y el Lejano Oriente. En América Latina, aunque la región no está tan avanzada en términos de conectividad, también existen algunas particularidades. Brasil cuenta con su propio cable que conecta 14 ciudades y une Río de Janeiro con Natal.
Además, recientemente se ha inaugurado un nuevo cable que conecta directamente Brasil con Angola, lo que permite comunicaciones más rápidas entre Sudamérica y África sin tener que pasar por Europa. Otro proyecto interesante es la instalación de un cable que unirá Sudáfrica y Brasil en 2021, pasando por las islas de Tristán de Acuña y Ascensión, las cuales actualmente están desconectadas. Chile, por su parte, está planificando la construcción de un cable submarino para mejorar la conectividad en toda la región de la Patagonia. El cable unirá Puerto Montt con Puerto Williams y se convertirá en el cable submarino más austral del mundo, ya que no hay ningún cable que llegue a la Antártida.
En la actualidad, existe un cable de muy reducidas dimensiones que une la isla de Tierra del Fuego con Santa Cruz, en la parte continental de Argentina, en funcionamiento desde el año 2012. En cuanto al resto de la red de cables de Argentina, su punto de llegada es la pequeña localidad de Las Toninas, ubicada en la costa. Este lugar fue seleccionado debido a que es el punto en el que comienzan las costas arenosas y es menos concurrido que la ciudad de Buenos Aires, cercana al puerto.
Algunos inconvenientes importantes
Si consideramos el otro extremo del planeta, podemos destacar una de las conexiones más interesantes: la que se extiende desde el norte de Noruega hasta el archipiélago de Svalbard, con una longitud de más de 1300 kilómetros. Sin embargo, a pesar de la amplia cobertura de la red de cables submarinos, todavía hay lugares a los que no ha llegado la conectividad, como la Isla de Pascua, las Islas Galápagos y las Islas Malvinas. Aunque los cables son generalmente confiables y los problemas son raros, no todo es perfecto.
Existen eventos que han causado grandes problemas en la red de cables submarinos. Por ejemplo, en el año 2006, un terremoto dañó ocho cables en Taiwán, lo que afectó las comunicaciones en China. Para reparar los daños, once barcos trabajaron durante 49 días. En 2011, un hombre cortó el cable que conectaba a Armenia desde Georgia mientras buscaba cobre, dejando a todo el país sin conexión. En el año 2018, un cable se rompió cerca de la costa de la capital de Mauritania, dejando al país sin acceso a Internet durante dos días. Otros países afectados incluyeron a Sierra Leona, Liberia, Guinea-Bisáu, Guinea y Gambia, aunque el corte en la conexión fue de menor duración.
En el primer mes de 2019, Tonga se vio afectada por una tormenta magnética y un rayo que la dejaron sin acceso a internet. Este pequeño país del Pacífico sur depende del cable que llega desde Fiji para conectarse al mundo, y de repente se encontró desconectado. La red satelital a la que tuvieron que recurrir era muy limitada, por lo que los servicios básicos, como las tarjetas de crédito, no podían ser utilizados.
Los especialistas estimaban que podrían pasar hasta tres semanas hasta que se pudiera volver a establecer la conexión. Este episodio demuestra la importancia de estos cables para la conectividad mundial y la vulnerabilidad ante eventos imprevistos que puedan interrumpir la conexión. Si un evento así afectara a mi país, trataría de buscar alternativas como una red satelital o desplazarme a un lugar con conexión para mantenerme comunicado.