Volcán: conceptos, tipos, características, ¿Qué son los volcanes?
Un volcán es una estructura geológica formada por una fisura en la corteza terrestre, que acumula una gran cantidad de materia volcánica en forma de un cono. En la cima de este cono se encuentra un cráter cóncavo que conduce a una chimenea. La formación del cono es el resultado de la acumulación de materia sólida y fundida expulsada desde el interior de la Tierra a través de la chimenea. El estudio científico de los volcanes y los fenómenos asociados se conoce como vulcanología.
La mayoría de los volcanes son estructuras compuestas, compuestas de corrientes de lava y materia fragmentada. Dos ejemplos de conos compuestos son el Etna en Sicilia y el Vesubio cerca de Nápoles. En erupciones sucesivas, la materia sólida cae alrededor de la chimenea en las laderas del cono, mientras que corrientes de lava salen de la chimenea y de fisuras en los flancos del cono. Por lo tanto, el cono crece con capas de materia fragmentada y con corrientes de lava, todas inclinadas hacia el exterior de la chimenea.
Índice de contenidos
Introducción
Existen cuencas enormes conocidas como calderas, ubicadas en la cumbre de volcanes inactivos o extintos, que pueden estar llenas de lagos profundos, como el lago del Cráter en Oregón, o formar llanuras planas, como el valle Caldera en Nuevo México, ambos en Estados Unidos.
Existen distintas formas en que pueden formarse las calderas volcánicas. Algunas de ellas se generan a partir de explosiones cataclísmicas que destruyen el volcán en erupción, como sucedió con las islas volcánicas de Santorín en Grecia y de Krakatoa en Indonesia, así como con el lago del Cráter. Otras calderas se originan cuando la cámara subterránea de magma, vacía tras sucesivas erupciones, no puede soportar más el peso de la mole volcánica que está encima y se derrumba. En la isla canaria de La Palma (España), por ejemplo, se encuentra la caldera de Taburiente, donde se combinan valles de barrancos y picos que sobresalen en los bordes de la caldera.
Numerosos volcanes se originan debajo del agua, en el lecho marino. Los volcanes submarinos, como los conos extensos que se hallan en las islas de Hawái y en muchas otras islas volcánicas del Océano Pacífico, así como el Etna y el Vesubio, surgieron como volcanes submarinos en un principio.
Estados de actividad volcánica
Existen volcanes con niveles de actividad muy diferentes. Algunos se encuentran en constante erupción, al menos en términos geológicos actuales. Por ejemplo, el Stromboli en las Islas Lípari, cerca de Sicilia, ha estado activo desde la antigüedad, y el Izalco en El Salvador ha estado activo desde su primera erupción en 1770. Muchos otros volcanes en actividad constante se encuentran en el “Cinturón de Fuego”, una cadena de volcanes que rodea el Océano Pacífico. También hay una cordillera volcánica que se extiende por más de 1.000 km desde Guatemala hasta Panamá, con unos 80 volcanes, y más de 30 de ellos están en actividad. Se estima que hay más de 60 volcanes activos en la cordillera de los Andes.
Existen muchos otros volcanes que presentan un nivel de actividad moderado durante períodos más o menos prolongados, para luego entrar en un estado de reposo o “dormido” durante meses o años. Por ejemplo, el volcán Vesubio ha estado en este estado de actividad intermitente. El volcán Atitlán en Guatemala estuvo activo durante unos 300 años antes de 1843, pero desde entonces ha permanecido inactivo. Las erupciones que siguen a largos períodos de inactividad suelen ser violentas, como la del Monte St. Helens en el estado de Washington (EE. UU.) en 1980, después de 123 años de inactividad. En junio de 1991, después de seis siglos de inactividad, el Monte Pinatubo en Filipinas entró en erupción.
Los volcanes activos plantean una amenaza significativa para todas las formas de vida, no solo por la posible erupción de lava y ceniza, sino también por las corrientes de lodo. En 1985, una de estas corrientes de lodo provocó más de 25.000 muertes en Colombia, desencadenada por una erupción que fundió hielo y nieve en el volcán Nevado del Ruiz. Es importante tener en cuenta que los volcanes activos también pueden provocar temblores y terremotos, lo que puede aumentar aún más los riesgos asociados con su actividad.
Erupción
En una erupción violenta, los gases se liberan junto con la lava, generando una nube turbia que a menudo causa lluvias torrenciales. La lava expulsada puede fragmentarse en bombas, brasas y cenizas, y arrojarse sobre las laderas exteriores del cono o el interior del cráter. En algunos casos, las nubes generadas pueden producir relámpagos. El magma asciende por la chimenea y fluye como lava sobre el borde del cráter, o se derrama como una masa pastosa a través de fisuras en la ladera del cono. Este proceso puede señalar el “punto crítico” de la erupción, después del cual el volcán puede volver a un estado de latencia. La emisión de material fragmentado indica la finalización de la erupción. Los gases emitidos por la lava incluyen vapor, dióxido de carbono, hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de azufre.
La cantidad de energía liberada en una erupción explosiva puede evaluarse en función de la altura alcanzada por las rocas y cenizas expulsadas. En 1883, el volcán Krakatoa en Indonesia arrojó cenizas que fueron transportadas hasta una altura de 27 km. Las nubes de vapor y polvo generadas pueden tener efectos atmosféricos y climáticos duraderos. Por ejemplo, se ha tratado de relacionar la emisión de nubes de polvo del volcán Chichón en México en 1982, que circundaron el planeta, con los graves daños producidos en la corriente de El Niño en 1982 y 1983. La cumbre del volcán Papandayan en Java explotó completamente durante la gran erupción de 1772, al igual que el monte Saint Helens en 1980. El cono del Vesubio ha sufrido numerosas modificaciones y la erupción del Krakatoa destruyó la mayor parte de la isla.
Fase de enfriamiento
Después de que una erupción de lava o materia fragmentada haya cesado, los volcanes pueden permanecer en un estado fumarólico por un largo período, emitiendo gases ácidos y vapor. Posteriormente, manantiales calientes pueden surgir del volcán, como se puede observar en los géiseres del Parque Nacional de Yellowstone en Wyoming y en las fuentes calientes de la Isla del Norte de Nueva Zelanda. Con el tiempo, la actividad volcánica disminuye hasta que los últimos rastros de calor desaparecen, y es entonces cuando pueden aparecer manantiales de agua fría en el volcán o en las zonas cercanas.
Periodo de inactividad
Una vez que un volcán entra en un estado de inactividad, empieza a experimentar una gradual disminución de su tamaño debido a la acción erosiva del agua fluyente, los glaciares, el viento o las olas. A veces, el volcán desaparece completamente, dejando únicamente un conducto volcánico, es decir, una chimenea repleta de lava o materia fragmentada que se extiende desde la superficie terrestre hasta el antiguo depósito de lava. Las minas de diamantes de Sudáfrica se ubican en este tipo de conductos volcánicos, donde los minerales han sido transportados desde las profundidades de la Tierra a través del conducto volcánico y depositados en su camino hacia la superficie.
Corrientes de lava
En ciertas situaciones, en vez de salir por el conducto central, la lava fluye por fisuras que pueden extenderse por varios kilómetros en la superficie terrestre. Estas corrientes han creado enormes capas de basalto que cubren cientos de kilómetros cuadrados. Un ejemplo de este fenómeno se encuentra en el oeste de los Estados Unidos, como en la vasta llanura de lava del río Snake en Idaho. En la actualidad, se han registrado erupciones de fisuras, en su mayoría de menor magnitud, en lugares como Islandia y Hawai.
Teorías volcánicas
Por mucho tiempo, los expertos en geología asumieron que el factor principal de los eventos volcánicos era la introducción de agua sometida a altas temperaturas en el interior de la Tierra. Sin embargo, en los últimos años, a medida que se ha profundizado la comprensión de los mecanismos de interacción de las placas tectónicas, los geólogos han logrado incorporar el vulcanismo en la teoría de la tectónica de placas. La energía de los volcanes en actividad se deriva, en última instancia, de los procesos relacionados con los movimientos de las placas de la corteza. Asimismo, los volcanes tienden a ubicarse en las fronteras de las placas más importantes.
Los volcanes se originan en dos tipos de límites entre placas tectónicas: los convergentes y los divergentes. En los límites convergentes, donde una placa se sumerge bajo otra, el material de la parte superior de la placa subducida se desplaza en un ángulo hacia el interior de la Tierra, hasta que alcanza una profundidad donde se funde. Posteriormente, se eleva a través de fisuras verticales y se expulsa hacia la superficie por un conducto volcánico. En los límites divergentes, como la dorsal atlántica, donde la corteza oceánica se estira y se separa, se forma una zona lineal débil conocida como centro de expansión, la cual permite la erupción de magma proveniente del manto por medio de corrientes de convección gigantes.
Existen diversas teorías propuestas por los expertos en vulcanología para comprender la influencia de los gases volcánicos en la generación de una erupción. Una de las hipótesis más simples sugiere que el proceso es análogo a cómo el gas presente en una bebida carbonatada puede provocar que ésta sea expulsada en forma de un chorro o burbujeo, o a lo que sucede cuando se agita vigorosamente una botella de refresco.
En 1943, los geólogos tuvieron la oportunidad única de observar en vivo el nacimiento y la construcción de un volcán cuando el volcán Paricutín, ubicado en México, entró en erupción en una depresión. Durante un período de dos semanas, la región experimentó temblores de terremoto, hasta que el 20 de febrero, se abrió una chimenea que inicialmente expulsaba vapor y polvo volcánico, seguido de fragmentos calientes y finalmente roca fundida. La erupción se prolongó durante 8 meses y formó un cono de 2.250 metros de altura. Las corrientes de lava resultantes sepultaron el pueblo de San Juan Parangaricutiro y las aldeas cercanas. Este evento proporcionó a los científicos la oportunidad de observar la secuencia de materiales expulsados durante una erupción volcánica.