Maya; historia, arte, economía, religión y organización política

Los Mayenses, constituyeron una conglomeración de pueblos indígenas pertenecientes a la familia lingüística maya o mayense, que ancestralmente han residido en la parte occidental del istmo centroamericano, en las regiones actuales de Yucatán, Campeche, Quintana Roo (península de Yucatán), Tabasco y este de Chiapas en México, gran parte de Guatemala, así como en algunas áreas de Belice y Honduras, ubicadas en la región de Mesoamérica. Los mayenses no conformaban una cultura uniforme, dado que los diversos grupos, aproximadamente 28 en total, hablaban sus propias lenguas, aunque compartían aspectos económicos, artísticos, religiosos e intelectuales en su conjunto.

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El pueblo maya habitó una vasta extensión territorial: desde la costa norte de Yucatán hasta la del Pacífico, abarcando 900 km de norte a sur, y desde la desembocadura del río Usumacinta hasta el golfo de Honduras, abarcando 500 km de noreste a suroeste. Se pueden identificar al menos tres grandes áreas, cada una con características culturales específicas y una historia definida: las Tierras Altas de Guatemala y El Salvador en la costa del Pacífico; las Tierras Bajas del Sur en los estados actuales de Tabasco, noreste de Chiapas y sur de Campeche; y las Tierras Bajas del Norte en la península de Yucatán en la actualidad.

Historia

Desde una perspectiva histórica, la civilización maya se compone de tres períodos: el período preclásico o formativo, que se estima comenzó alrededor del 1500 a.C.; el período clásico, que abarcó desde el 300 hasta el 900 d.C.; y el período posclásico, que se extendió desde el 900 hasta la llegada de los españoles a principios del siglo XVI. Cada uno de estos períodos se subdivide a su vez en antiguo, medio y reciente, y también existen otras subdivisiones adicionales, como protoclásico, clásico tardío o protohistórico.

Durante el período preclásico, la región de la costa del Pacífico y las tierras altas experimentaron la influencia de la herencia olmeca, como se evidencia en la construcción de grandes edificios al comienzo de su historia. Sin embargo, fue en el período clásico cuando la civilización maya alcanzó su esplendor y progreso.

Se erigieron majestuosos centros ceremoniales como Uaxactún y Tikal en Petén, Guatemala, y los mayas extendieron su influencia a las tierras bajas centrales y meridionales, construyendo otras ciudades notables como Palenque y Yaxchilán en Chiapas, México, Quiriguá en Guatemala y Copán en Honduras. Estos centros urbanos fueron abandonados en el siglo IX por razones aún no confirmadas, aunque se cree que factores culturales como riesgos de hambrunas, fragmentación política, interrupción de las redes comerciales, guerras e invasiones podrían haber influido en su declive. Algunos habitantes decidieron emigrar al norte de Yucatán.

De esta manera se dio inicio al período posclásico, en el cual a partir del siglo XI se hizo evidente la influencia de los toltecas, con la migración de los itzáes desde el valle de México, una influencia que impactaría principalmente en el destacado centro ritual de Chichén Itzá. Durante esta época se consolidó la Liga de Mayapán, una alianza entre los líderes de esta ciudad y los de Chichén Itzá y Uxmal, la cual gobernó la península de Yucatán durante dos siglos.

Por un tiempo se mantuvo la paz, pero después de un periodo de guerra civil y revuelta, las ciudades mayas volvieron a ser abandonadas, quedando solamente Mayapán como un centro hegemónico sobre los pequeños señoríos independientes que se habían formado. Los primeros encuentros entre los mayas y los españoles tuvieron lugar en 1511, cuando Jerónimo de Aguilar desembarcó en sus costas. Posteriormente, en 1517, Francisco Hernández de Córdoba navegó por la costa de Yucatán.

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Organización política, económica y social

La agricultura fue la base de la economía maya desde tiempos precolombinos, siendo el maíz su principal cultivo. Sus técnicas agrícolas combinaban métodos antiguos con otros más avanzados, como la irrigación, el drenaje y el aterrazamiento. Además del maíz, los mayas cultivaban algodón, frijol, chile, tomate, camote (batata), yuca, cacao y otras especies comestibles. Las habilidades en el hilado del algodón, la lana y el ixtle (obtenido de la yuca), así como el teñido y el tejido, alcanzaron un alto nivel de perfección. Las mujeres mayas utilizaban dos tipos de telares: el de cintura y, ocasionalmente, el de estacas. A través de los patrones de los tejidos, transmitían mitos y símbolos de sus respectivas comunidades. Las semillas de cacao y las campanillas de cobre eran utilizadas como moneda, y también empleaban oro, plata, jade, conchas marinas y plumas de colores en trabajos ornamentales.

La sociedad maya estaba altamente jerarquizada, con una autoridad política encabezada por el Halach Uinic, quien era el jefe supremo y cuyo título se heredaba por línea masculina, y el Ah Kin, el sumo sacerdote. El Halach Uinic delegaba su autoridad en jefes locales o bataboob, quienes eran responsables de las comunidades y cumplían funciones civiles, militares y religiosas. La unidad básica de producción era la familia campesina, que cultivaba una milpa, una parcela sin árboles talados, ya que para los mayas los árboles, especialmente la ceiba, eran considerados sagrados.

Arte y arquitectura

La cultura maya dejó un legado de arquitectura monumental, con impresionantes ruinas que se conservan en lugares como Palenque, Uxmal, Mayapán, Copán, Tikal, Uaxactún, Quiriguá, Bonampak y Chichén Itzá. Estos sitios no solo eran centros ceremoniales, sino también ciudades importantes. Se pueden identificar varios estilos arquitectónicos, como el Río Bec, que se caracteriza por pequeñas columnas adosadas, dameros y cruces añadidos a los mascarones de las fachadas, y el Puuc, que destaca por su obra en paramento y mosaico en la parte superior de las fachadas. Cada estilo tiene su propia ingeniería y ornamentación distintiva.

La disposición urbana de las ciudades mayas se basaba en una serie de estructuras piramidales, muchas de las cuales estaban coronadas por templos o cresterías talladas, y se agrupaban alrededor de amplias plazas abiertas. Las pirámides tenían escalones y estaban revestidas con bloques de piedra pulida, a menudo con escalinatas talladas en una o varias de sus caras. La construcción de las pirámides solía hacerse con tierra y piedras, aunque a veces se utilizaban bloques de piedra unidos con mortero.

Aunque en la actualidad es una rareza, se cree que el templo de las Inscripciones en Palenque, que contiene la tumba del rey Pacal, posiblemente no sea el único monumento funerario construido por la cultura maya. El método de construcción más común implicaba un núcleo de escombros o piedra caliza partida, mezclado con hormigón o cemento, y recubierto con piedra pulida o estuco.

Las paredes de piedra se levantaban generalmente sin el uso de mortero. La madera se utilizaba para los dinteles de las puertas y para las esculturas. Uno de los logros técnicos destacados fue el uso del sistema de falsa bóveda, donde se utilizaban filas de bloques de piedra para cubrir espacios largos o estrechos, culminando en el distintivo arco maya, del cual existen 10 variaciones diferentes. Las ventanas eran poco comunes y solían ser pequeñas y estrechas. Los muros tanto interiores como exteriores se pintaban con colores brillantes, especialmente azul y rojo. Se prestaba especial atención a la decoración de los exteriores, que se adornaban abundantemente con esculturas pintadas, dinteles tallados, molduras de estuco y mosaicos de piedra.

Las ornamentaciones se ubicaban comúnmente en amplios frisos que contrastaban con franjas de ladrillos lisos. Las casas de los habitantes comunes probablemente se asemejaban a las chozas de adobe con techos de ramas que todavía se pueden ver en las comunidades mayas actuales. Para más información, consultar el tema de Arte y Arquitectura de los Mayas.

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Escritura

Las comunidades mayas crearon un sistema de escritura jeroglífica y plasmaron su mitología, historia y rituales en inscripciones talladas y pintadas en estelas, dinteles, escalinatas y otros elementos arquitectónicos.

Los antiguos mayas registraban sus escritos en códices elaborados con papel amate (hecho de corteza de árbol) o en pergaminos hechos de piel de venado curtida. Actualmente, solo hay tres ejemplos de estos códices preservados. El Códice de Dresde, que revela conocimientos sobre astronomía y religión maya, se encuentra en la biblioteca de la ciudad de Dresde. El Códice Peresiano, también conocido como Códice de París, se encuentra en la Biblioteca Nacional de la capital francesa y trata principalmente de temas astronómicos. Por último, el Códice Tro-cortesiano, de carácter mágico-religioso, está compuesto por dos fragmentos separados durante siglos y se encuentra en el Museo de América de Madrid.

A partir del siglo XVI, se llevaron a cabo numerosas compilaciones en lengua maya, pero utilizando el alfabeto latino, ya que los nobles mayas lo aprendieron durante los primeros años de la conquista española. Se destacan obras religiosas, como el Popol Vuh o los libros de Chilam Balam; obras dramáticas, como Rabinal Achi, el único texto indígena prehispánico de carácter teatral que se ha conservado; obras enciclopédicas, como el Libro de los Bacab; y obras de canciones y poemas, como los Cantos de Dzitbalché. La obra del obispo fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, ha sido una fuente de gran importancia para descifrar la escritura maya.

Astronomía y Calendario

Entre los mayas, la cronología se determinaba a través de un intrincado sistema calendárico y matemático. El calendario maya, que se remonta posiblemente al siglo I a.C., se basaba en una doble contabilidad: el ritual o tzolkin, que constaba de 260 días, y el solar o haab, que constaba de 365 días. En el calendario solar, el año comenzaba cuando el Sol cruzaba el cenit el 16 de julio; los 364 días se dividían en 28 semanas de 13 días cada una, y el Año Nuevo iniciaba en el día 365. Además, los 360 días del año se distribuían en 18 meses de 20 días cada uno. Las semanas y los meses se desarrollaban de manera secuencial e independiente entre sí, pero siempre comenzaban en el mismo día, es decir, una vez cada 260 días, un número múltiplo tanto de 13 (para la semana) como de 20 (para el mes). Un ciclo de 52 años solares o 73 rituales sumaban 18,980 días y se conocía como la “rueda calendárica”.

El calendario maya, a pesar de su complejidad, era considerado el más preciso de todos hasta la aparición del calendario gregoriano en el siglo XVI. La unidad más básica era el día o kin; un total de 20 kines conformaban un uinal; 18 uinales, un tun (360 días); 20 tunes, un katún (7,200 días), y así sucesivamente. Los finales de katún eran especialmente conmemorados. Para más información, consulta el apartado de Astronomía maya.

Para expresar los números, los mayas empleaban un método dual: utilizaban una combinación de barras y puntos en un sistema vigesimal, basado en el número 20, o representaban cabezas humanas, donde cada cabeza representaba las cifras del 1 al 13. Ambos sistemas incluían el uso del cero.

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Mitología y Religión

A lo largo de los tiempos, la evolución de la religión y mitología maya hacía referencia al mundo de los poderes a los que se adoraba. Durante las épocas preclásica y clásica, se centraban en el culto a numerosos dioses relacionados con las fuerzas de la naturaleza y los astros celestiales. Algunas de sus deidades supremas incluían a Kukulcán, dios de los vientos, la guerra, la muerte repentina y los sacrificios humanos, equivalente maya del dios azteca Quetzalcóatl; Chac, dios de la lluvia; Itzamná, dios de los cielos y del conocimiento; Ixchel, esposa de Itzamná, diosa de la luna y protectora de las parturientas; Hunab Ku, deidad única; Ixtab, diosa del suicidio, y Ah Puch, dios de la muerte. Otras deidades destacadas eran Ah Mun, Chac Mool, Bacab, Kinich Ahua y Ah Mucen Cab.

Durante la era posclásica, con la llegada de Mayapán, las representaciones de los dioses adquirieron atributos físicos y el panteón se organizó en una jerarquía. Los mayas se caracterizaban por tener una completa confianza en el control de los dioses sobre unidades de tiempo específicas y en todas las actividades del pueblo durante estos periodos. El sumo sacerdote jugaba un papel fundamental en este sistema, al igual que los encargados de los cálculos calendáricos y de adivinación (Ahau can mai), los sacrificadores (Ah Nacon) y los agoreros (chilanes).

Una de las ceremonias de gran relevancia en la cultura maya era el juego de pelota, que se llevaba a cabo en un espacio construido dentro de la mayoría de los complejos ceremoniales. Este juego imitaba el movimiento anual de los astros, en particular del Sol.

Los mayas en actualidad

En la actualidad, los descendientes de los mayas viven principalmente como agricultores en comunidades y aldeas rurales, a pesar de que cada vez más se trasladan a las ciudades en busca de empleo o para escapar de la opresión. Estas comunidades suelen establecerse cerca de pequeños centros urbanos con sus plazas, donde realizan sus mercados y celebran festividades religiosas. En la actualidad, alrededor de tres millones de personas hablan una de las 28 lenguas mayas que se distribuyen en nueve familias lingüísticas, siendo las más destacadas el quiché y el yucateco.

Otros grupos étnicos relevantes incluyen a los tzeltales, chamulas, lacandones, tojolabales y choles de Chiapas; choles y chontales de Tabasco; cakchiqueles, mames y pokonchis de Guatemala; y chortís del este de Guatemala y oeste de Honduras. Todos estos pueblos compartían una civilización y cultura en común que, en muchos aspectos, alcanzó niveles de desarrollo destacados entre las antiguas poblaciones de Mesoamérica.

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