Imperio azteca; orígenes, historia y desarrollo
Los Aztecas o Mexicas fueron un pueblo que gobernó en el centro y sur de lo que es ahora México, en la región de Mesoamérica, desde el siglo XIV hasta el siglo XVI. Son conocidos por haber creado un gran imperio altamente estructurado que fue derrocado por los conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas.
Según algunas versiones, el nombre ‘azteca’ se originó a partir de un lugar mítico llamado Aztlán, que se cree que estaba ubicado al norte de la actual México. Con el tiempo, este pueblo se autodenominó mexicas.
Índice de contenidos
Introducción
Después de la declinación de la civilización tolteca, que floreció principalmente en Tula en los siglos X y XI, numerosas oleadas de inmigrantes llegaron a la meseta central de México, cerca del lago de Texcoco. Debido a su llegada tardía a la región, los aztecas-mexicas se vieron obligados a asentarse en una zona pantanosa al oeste del lago. Estaban rodeados por poderosos enemigos que les exigían tributos, y los únicos terrenos secos que ocupaban eran los islotes del lago de Texcoco, rodeados de pantanos.
A pesar de tener un comienzo poco prometedor, los aztecas lograron consolidar un imperio poderoso en tan solo dos siglos, en parte gracias a su creencia en una leyenda que hablaba de fundar una gran civilización en una zona pantanosa donde encontraran un nopal (cactus) en una roca con un águila devorando una serpiente sobre él. Los sacerdotes afirmaron haber presenciado esta visión al llegar a esa región, y como muestra de la continuidad de esta tradición, esa imagen se ha convertido en el símbolo oficial de México que aparece en billetes, monedas y otros lugares.
Conforme su población fue en aumento, los aztecas crearon estructuras civiles y militares más complejas. En el año 1325, fundaron la ciudad de Tenochtitlan en el lugar que hoy en día corresponde a la actual Ciudad de México, que se convirtió en la capital de su imperio.
Capital Azteca
Los aztecas transformaron el poco profundo lecho del lago en chinampas, que eran jardines altamente productivos construidos con un entramado de troncos cubierto de arena, grava y tierra de cultivo, unidos con cuerdas de ixtle, formando islas artificiales donde se cultivaban vegetales, flores y se criaban aves de corral. Además, construyeron calzadas y puentes para conectar la ciudad con tierra firme, y excavaron canales y acueductos por toda la ciudad para el transporte de mercancías y personas. Las edificaciones religiosas, como las gigantescas pirámides escalonadas revestidas de piedra caliza y estuco de colores vibrantes, con templos en la cima, dominaban el paisaje urbano.
La ciudad prosperó debido a su estratégica ubicación y a su alta organización. Durante la época en que los españoles, bajo el mando de Hernán Cortés, iniciaron la conquista en 1519, el bullicioso mercado de Tlatelolco atraía a diario a unas 60.000 personas. Las mercancías llegaban a manos de los aztecas a través de los acuerdos tributarios establecidos con los territorios conquistados. Muchos de estos productos se exportaban a otras regiones dentro del Imperio azteca y a América Central.
La confederación azteca
Los aztecas-mexicas forjaron alianzas militares con otros grupos, estableciendo un vasto imperio que se extendía desde el centro de México hasta la actual frontera con Guatemala. A principios del siglo XV, Tenochtitlan gobernaba en conjunto con las ciudades-estado de Texcoco y Tlacopan (conocida más tarde como Tacuba y actualmente parte de la Ciudad de México) en una coalición conocida como la Triple Alianza. En un lapso de aproximadamente 100 años, los aztecas consolidaron su poder supremo, y aunque las demás ciudades-estado aún se denominaban reinos, esto se volvió meramente un título honorífico.
Al llegar al final del reinado de Moctezuma II en 1520, el Imperio azteca había establecido 38 provincias tributarias. Sin embargo, algunos pueblos en las regiones periféricas del imperio resistían con fervor para mantener su independencia. Estas divisiones y conflictos internos dentro del Imperio azteca allanaron el camino para su derrota ante Cortés en 1521, ya que muchos pueblos se aliaron con los españoles.
Además de los problemas internos que contribuyeron a su caída, el emperador Moctezuma II había recibido a Cortés y sus capitanes en un acto pacífico y los había instalado en los mejores palacios, desde donde los españoles tomaron control de la ciudad. Es posible que la interpretación de antiguas profecías sobre el regreso del dios Quetzalcóatl haya llevado a Moctezuma II a confundir a Cortés con esta deidad, aunque lo que realmente buscaba el emperador era apaciguar a los españoles con regalos para que se retiraran.
Sociedad y religiones aztecas
La estructura social de la civilización azteca se dividía en tres clases: esclavos, plebeyos y nobles. La condición de esclavo se asemejaba a la de un sirviente contratado. Aunque los hijos de familias pobres podían ser vendidos como esclavos, generalmente era por un periodo de tiempo específico. Los esclavos tenían la opción de comprar su libertad, y aquellos que lograban escapar de sus amos y llegar al palacio real sin ser atrapados obtenían su libertad de inmediato.
A los plebeyos, también conocidos como macehualtin, se les otorgaba la propiedad vitalicia de un terreno donde construir sus casas. Sin embargo, a los plebeyos de las capas más bajas, conocidos como tlalmaitl, no se les permitía tener propiedades y eran campesinos en tierras arrendadas. La nobleza estaba compuesta por aquellos de nacimiento noble, los sacerdotes y aquellos que habían ganado el derecho de ser nobles, especialmente los guerreros.
La cosmología azteca estaba compuesta por una amplia variedad de dioses que gobernaban la vida cotidiana. Entre ellos se encontraban Huitzilopochtli, considerado la deidad del Sol, Coyolxauhqui, la diosa de la Luna que, según la mitología azteca, fue asesinada por su hermano, el dios del Sol, Tláloc, la deidad de la lluvia, y Quetzalcóatl, quien era reconocido como el inventor de la escritura y el calendario, asociado con el planeta Venus y con la resurrección.
Los rituales de sacrificio, tanto humanos como de animales, eran una parte integral de la práctica religiosa azteca. Para los guerreros, el máximo honor era caer en batalla o voluntariamente ofrecerse como sacrificio en ceremonias importantes. Incluso las mujeres que morían en el parto eran consideradas dignas de honor como los guerreros. Además, se llevaban a cabo las llamadas “guerras floridas” con el propósito de hacer prisioneros para ser sacrificados. El sentido detrás de estas ofrendas de sangre humana (y en menor medida, animal) era alimentar a las deidades solares para asegurar la continuidad de su aparición diaria y, con ello, la permanencia de la vida humana, animal y vegetal en la Tierra.
Los aztecas empleaban un sistema de escritura pictográfica que se plasmaba en papel o piel de animales, y algunos de estos escritos se conservan en la actualidad, conocidos como códices. Además, utilizaban un calendario basado en el sistema desarrollado por los antiguos mayas, que constaba de 365 días divididos en 18 meses de 20 días cada uno, a los que se añadían 5 días considerados como “huecos” y se creía que traían mala suerte. También utilizaban un calendario adicional de 260 días (compuesto por 20 meses de 13 días cada uno) que se aplicaba exclusivamente para realizar adivinaciones.
La educación en la sociedad azteca era rigurosa y se iniciaba desde temprana edad. A las mujeres se les enseñaba a ser discretas y modestas en su comportamiento y forma de vestir, y se les instruía en diversas tareas domésticas como la molienda y preparación de alimentos, la extracción de semillas de algodón, el hilado, el tejido y la confección de la ropa familiar. Por otro lado, a los hombres se les inculcaba la vocación guerrera desde temprana edad. Se les enseñaba a ser fuertes, a través de prácticas como bañarse con agua fría, usar ropa liviana y dormir en el suelo.
Al igual que en la antigua Atenas de la Grecia clásica, en la sociedad azteca se buscaba fortalecer el carácter de los niños a través de castigos estrictos y la promoción de valores fundamentales como la verdad, la justicia y el deber, así como el respeto a los padres y ancianos, la aversión a la mentira y a la falta de restricciones, la compasión hacia los pobres y los necesitados. Los jóvenes recibían una educación integral que incluía música, danza, canto, así como enseñanzas religiosas, históricas, matemáticas, interpretación de códices, artes marciales, escritura y conocimiento del calendario, entre otras disciplinas.