Ecoturismo en la Reserva de Biosfera del Trifinio, en El Salvador
El ecoturismo en la Reserva de Biosfera del Trifinio, ubicada en la convergencia fronteriza de El Salvador, Guatemala y Honduras, representa una oportunidad invaluable para explorar una joya natural y cultural. Este espacio, declarado reserva trinacional por la UNESCO en 2011, abarca una superficie aproximada de 1 195 km², de los cuales cerca de 590 km² corresponden a El Salvador. Con impresionantes paisajes montañosos, bosques nubosos y una intensa biodiversidad, la región del Trifinio constituye un escenario ideal para quienes buscan experiencias turísticas sostenibles, lejos del turismo convencional.
Además de sus atributos naturales, la reserva se sustenta sobre una base socioeconómica impulsada por el desarrollo comunitario. Más de 600 000 personas habitan esta zona trinacional y participan activamente en actividades productivas como la agricultura (especialmente café y granos básicos), ganadería y ecoturismo . Estas iniciativas buscan generar beneficios locales y fortalecer la conservación, en sintonía con los objetivos del Programa Hombre‑Biosfera (MAB) de la UNESCO: conservación, desarrollo sostenible y logística para la investigación y educación.
El ecoturismo en el Trifinio trasciende la contemplación pasiva del entorno: integra la vivencia de senderos, actividades comunitarias, agroforestería y educación ambiental. El Parque Nacional Montecristo —núcleo fundamental de la reserva— ofrece un entorno óptimo para que visitantes nacionales y extranjeros puedan sumergirse en rutas de observación de aves (como el quetzal y tucanes), recorridos por bosques de pino‑roble y campamento en áreas protegidas. A continuación, analizaremos en profundidad los elementos más significativos del ecoturismo en esta reserva.
Índice de contenidos
Historia y zonificación del Trifinio
La génesis de la Reserva de Biosfera Trifinio‑Fraternidad data de 1987, cuando Guatemala y Honduras establecieron áreas protegidas para salvaguardar el macizo de Montecristo. Posteriormente, El Salvador incorporó su primer parque nacional en la zona en 2008, y en 2011 la UNESCO reconoció el concepto trinacional. Esta es la primera reserva destacada como trinacional en América, destinada a fomentar la cooperación ambiental, cultural y económica entre los tres países.
En cuanto a la estructura territorial, la reserva está articulada en tres zonas: núcleo (protección estricta), transición y amortiguamiento. En El Salvador, abarca municipios como Metapán, Citalá, La Palma y San Ignacio, entre otros; en Guatemala, incluye Concepción Las Minas, Esquipulas y Quetzaltepeque; y en Honduras, cubre varios municipios en Ocotepeque y Copán. Esta zonificación facilita que las actividades productivas coexistan con áreas de conservación estricta, garantizando protección ecológica y beneficios para las comunidades.
El Pilar del Trifinio, el punto geográfico donde convergen las fronteras, ha adquirido relevancia simbólica y como destino ecoturístico. Su valor radica en representar la “Fraternidad” centroamericana —como lo indica el nombre de la reserva— y suele integrarse en rutas guiadas que incluyen el descubrimiento de la riqueza natural y cultural que marca la historia de la región.
Biodiversidad y ecosistemas clave
La reserva acoge una asombrosa diversidad de ecosistemas que van desde bosques secos hasta nubosos. Las altitudes oscilan entre 800 m y más de 2 400 m (Cerro Montecristo), lo que propicia un gradiente ecológico muy rico. Así, se identifican bosques de pino‑roble entre 800 y 2 000 m, y bosques nubosos por encima de esa cota, con árboles como roble y laurel que ascienden hasta 30 m.
La flamante vegetación alberga todo un mundo de epífitas: musgos, orquídeas, bromelias, helechos, y líquenes, además de hongos que resaltan en la riqueza botánica del área . Se estima que existen más de 3 000 especies de plantas, 280 de aves, casi 100 mamíferos y una numerosa representación de anfibios y reptiles.
En su fauna destacan especies emblemáticas o amenazadas: el quetzal resplandeciente, tucanes, ocelotes, monos araña, puma, tapir centroamericano y coatí nariz blanca entre otros. Estas configuraciones permiten que el ecoturismo del Trifinio se base fuertemente en la observación de especies forestales, así como en la protección de cuencas vitales —fuente de agua para las comunidades— y humedales como la laguna Güija, zona Ramsar.
Actividades ecoturísticas disponibles
Una de las mayores fortalezas del Trifinio es la diversidad de actividades que ofrece:
- Senderismo y caminatas interpretativas: Rutas como el Trifinio Trail conducen al Cerro Montecristo, mientras los caminos secundarios dan acceso a miradores y sitios de interés paisajístico.
- Avistamiento de aves y biodiversidad: guiados por expertos en observación de aves, con posibilidad de hallar quetzales, tucanes, colibríes y más de 280 especies .
- Camping y eco‑alojamientos: dentro del parque se habilitan zonas para acampar y existirían eco‑cabañas con prácticas sostenibles, vinculadas con las comunidades locales.
- Ciclismo de montaña, tours comunitarios y rappel: actividades promovidas por agencias locales como Suchitoto Tours, que incluyen recorridos culturales, talleres comunitarios y contacto directo con productoras de café y artesanía.
Otras experiencias recurrentes incluyen caminatas a cascadas (como La Golondrina), talleres agroforestales sobre café y frutos, y eventos educativos liderados por centros de formación como el Hotel‑Escuela “Reino de Marruecos”.
Gestión, conservación y desarrollo sostenible
La gestión del área es coordinada a través de comités trinacionales (CTPT) y Secretario Ejecutiva Trinacional, con apoyo de organizaciones como UNESCO‑MAB, OEA y agencias internacionales (como GIZ, FINNIDA). Se aplican planes maestros de desarrollo participativo que incluyen reforestación, manejo de cuencas, control de erosión y protección de la biodiversidad.
El modelo agroforestal, que incluye café, aguacate y durazno, busca equilibrar la productividad con la regeneración forestal. Los incentivos por servicios ecosistémicos favorecen a agricultores que preservan zonas protectoras .
La educación ambiental es una prioridad: se han establecido redes juveniles, centros de capacitación y programas formales en gestión ecosistémica, formuladas en infraestructura local como el Hotel Escuela y centros de visitantes .
Sin embargo, la región enfrenta retos críticos: deforestación, sobreexplotación de cuencas, contaminación de afluentes (que podrían secarse en un 20 % para 2050 en zonas sin protección estricta), pesticidas, incendios y presión demográfica . El ecoturismo sostenible ha sido promovido como herramienta clave para enfrentar estas amenazas, generando beneficios económicos locales destinados a la conservación y al rescate cultural de los pobladores.