Green tech en la economía digital
La intersección entre la tecnologia verde (green tech) y la economía digital representa uno de los ejes más prometedores para impulsar un desarrollo sostenible en el siglo XXI. A medida que las empresas y gobiernos adoptan soluciones digitales —como inteligencia artificial, Internet de las Cosas (IoT) y plataformas en la nube—, también emerge la oportunidad de encauzar estas tecnologías hacia la reducción de emisiones, optimización del uso de recursos y protección del medio ambiente. Las innovaciones verdes vinculadas al ámbito digital no solo redefinen modelos de negocio, sino que están transformando la forma en que la economía global opera y crece de manera sostenible.
En los últimos años, estudios científicos han demostrado que la digitalización puede favorecer e incluso fomentar la innovación ecológica. Por ejemplo, podría apoyar mejoras en la eficiencia energética y las tecnologías limpias gracias al uso de big data, IoT y manufactura inteligente. Así mismo, investigaciones recientes han demostrado que cada incremento del 1 % en el índice de economía digital genera una mejora del 0,148 % en eficiencia de emisiones de carbono, y que estas mejoras se intensifican sustancialmente en regiones con mayor desarrollo económico.
Sin embargo, el crecimiento del sector digital trae consigo una gran demanda de energía. Empresas tecnológicas de gran escala (como Google y otras grandes de IA) están viendo incrementos significativos en sus emisiones y consumo —hasta un 51 % mayor desde 2019—, impulsados por el auge de centros de datos que alimentan modelos avanzados de IA. Este encarecimiento energético y de recursos marca el inicio de un delicado equilibrio: por un lado, más tecnología que puede apoyar lo sostenible; por otro, mayor impacto ambiental sin una transición cuidadosa hacia renovables.
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¿Qué es la tecnología verde en la economía digital?
La tecnología verde en la economía digital combina herramientas digitales avanzadas con objetivos medioambientales explícitos. En este contexto, “tecnología verde” implica soluciones que reducen emisiones, optimizan uso de energía y facilitan la gestión sostenible de recursos naturales, mientras que la “economía digital” engloba todas las transacciones y actividades económicas facilitadas por tecnologías digitales (datos, redes, algoritmos).
Las herramientas digitales como sensores IoT, big data y plataformas de gestión permiten monitorear en tiempo real variables ambientales —temperatura, consumo energético, calidad del aire— lo que sirve de base para implementar medidas inmediatas de eficiencia, reducción de emisiones y prevención de problemas ecológicos.
La inteligencia artificial y el análisis de datos posibilitan descubrir ineficiencias, patrones de consumo y oportunidades probadas para renovables. Por ejemplo, algoritmos pueden predecir el uso energético de edificios o reorientar el consumo de energías limpias según su disponibilidad, un enfoque preciso que ha demostrado ahorrar hasta un 20–30 % en edificaciones inteligentes.
Otro aspecto clave es la integración de energías renovables con la red eléctrica digital. La digitalización permite crear redes inteligentes, equilibrar cargas, ajustar el consumo según oferta renovable y reducir despilfarros energéticos —imprescindible para descarbonizar sectores y estabilizar la transición hacia el 100 % renovables.
Impacto en la eficiencia de emisiones y productividad
Numerosos estudios respaldan el impacto positivo del vínculo entre la digitalización y la eficiencia ecológica. En China, se han realizado análisis utilizando modelos como DEA‑SBM, donde se demostró que un aumento de 1 % en el índice de la economía digital conlleva 0,148 % más eficiencia en emisiones de CO₂ —y hasta 3,6 % en zonas con alto PIB regional.
De manera complementaria, investigaciones con datos de 284 ciudades en China han evidenciado que la economía digital impulsa la productividad total verde (green total factor productivity), una métrica que combina crecimiento económico, innovación tecnológica y reducción de impacto ambiental.
La digitalización también fomenta una mejor asignación de recursos (capital, energía, mano de obra), destacando el papel del green tech como catalizador de eficiencia económica y ambiental al mismo tiempo. Se ha observado un efecto “spillover”: la innovación verde promovida por la tecnología digital mejora los mercados, las cadenas de suministro y la adopción de prácticas sostenibles en áreas circundantes.
En términos productivos, el green tech permite una transformación de industrias contaminantes (manufactura, energía, transporte) hacia procesos inteligentes, automatizados y menos intensivos en carbono. Así, la economía digital se convierte en un vehículo para la modernización ecológica a gran escala.
Retos energéticos y medioambientales del crecimiento digital
El crecimiento desmedido de computación intensiva (centros de datos, IA) genera una presión significativa sobre la demanda energética global. Google, por ejemplo, ha visto aumentar su consumo eléctrico en un 27 % interanual, mientras sus emisiones han crecido 51 % desde 2019 debido a la expansión de IA.
Proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía indican que para 2030 los centros de datos podrían consumir hasta el 4,5 % de la generación eléctrica global . Esto revela que el despliegue de green tech debe ir acompañado de inversión considerable en infraestructura limpia, redes inteligentes y fuentes renovables.
Además, la descarbonización de la red convencional es lenta. Tecnologías prometedoras como reactores modulares pequeños (SMRs) o geotermia avanzada aún enfrentan retrasos regulatorios y económicos . Sin soluciones rápidas, el aumento en consumo podría sobrepasar el ritmo de incorporación de energías limpias.
Otro reto es la “huella oculta” de la cadena de suministro digital: el consumo de recursos minerales para semiconductores, generación de residuos electrónicos, y la energía consumida en fabricación de hardware. Minimizar estos impactos requiere políticas de economía circular, diseño ecológico y gestión responsable del ciclo de vida tecnológico.
Oportunidades para innovación, regulación y equidad
Un punto clave es la promesa de la IA para acelerar la investigación verde. Expertos opinan que, a pesar del aumento en consumo energético, la IA puede producir ganancias en eficiencia y acelerar el diseño de nuevas tecnologías limpias .
Además, la economía digital genera nuevos modelos de negocio verdes: desde criptomonedas minadas con energía renovable (como el caso de Bután) hasta startups latinoamericanas que combinan IA, blockchain y agricultura regenerativa. Estas iniciativas demuestran cómo lo digital puede financiar y escalar soluciones ecológicas.
Por su parte, los gobiernos están desafiados a crear marcos regulatorios que vinculen IA y computación intensiva con metas climáticas. Ejemplo: el Reino Unido está impulsando zonas de crecimiento de IA junto con SMRs y redes digitales inteligentes para equilibrar desarrollo económico y net‑zero .
Finalmente, la equidad digital se vuelve crucial: la brecha entre regiones desarrolladas con infraestructura digital robusta y zonas menos desarrolladas puede acentuar desigualdades. Para evitarlo, es necesario fortalecer capacidades, fomentar talento y financiar infraestructura local, promoviendo una adopción inclusiva del green tech.