Astronomía maya: historia y concepto

La astronomía practicada por la civilización maya precolombina de Mesoamérica se centraba en el análisis detallado del Sol, la Luna, los planetas, la Vía Láctea y diversos eventos celestiales. Este conocimiento tenía un papel fundamental tanto en la organización de su vida cotidiana como en sus creencias espirituales. Aunque compartía similitudes con las tradiciones astronómicas de otras culturas mesoamericanas, la perspectiva maya destacaba por rasgos distintivos que la diferenciaban.

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Una de las características más emblemáticas de la astronomía maya fue el uso del calendario de Cuenta Larga, que permitió a los mayas del período clásico realizar cálculos a largo plazo. Durante esta época, la civilización maya alcanzó un nivel de precisión impresionante en la observación astronómica, destacándose como una de las más avanzadas en el mundo pre-telescópico.

Introducción

Los mayas lograron realizar cálculos exactos sobre los períodos sinódicos de planetas como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. También calcularon con precisión los ciclos de la Luna, el Sol y de constelaciones como las Pléyades, que denominaban Tzab-ek (estrella cascabel), y cuya aparición marcaba el inicio de festividades rituales. Uno de los calendarios más enigmáticos que desarrollaron fue el Tzol’kin de 260 días.

Su origen ha sido objeto de debate: algunos sugieren que está basado en el ciclo de gestación humana, mientras que otros lo vinculan a los ciclos de astros visibles desde la Tierra. El geógrafo Vincent Malmstrom propuso que su origen se relaciona con los ciclos solares en la región sur de Chiapas y Guatemala, especialmente en lugares como Izapa, donde dos fechas clave (29 de abril y 13 de agosto) están separadas por un intervalo de 260 días.

La Vía Láctea ocupaba un lugar central en la cosmología maya, recibiendo el nombre de Wakah Chan. La relacionaban con Xibalbá, el inframundo, y los Kiche’ de Guatemala aún la llaman Xibalbá be, que significa “camino al inframundo”.

Los mayas también tenían un Zodiaco basado en la Eclíptica, que representa el paso del Sol a través de las constelaciones fijas. Este Zodiaco está registrado en la Estela 10 de Tikal y la Estela 1 de Xultún, ambas ubicadas en la región de Petén, Guatemala, y también aparece en el Códice Grolier.

El conocimiento astronómico maya estaba reservado principalmente para la clase sacerdotal, pero la población general respetaba estas enseñanzas y ajustaba su vida según las predicciones astronómicas. A pesar de la conquista, estos conocimientos perduraron en secreto y se fusionaron con los rituales cotidianos de los mayas, muchos de los cuales siguen vivos en la actualidad.

Los sacerdotes mayas poseían un profundo entendimiento de los movimientos de los cuerpos celestes y podían predecir eclipses y los ciclos de Venus. Este conocimiento les otorgaba una influencia significativa sobre el pueblo, que los veía como seres con una conexión directa con las deidades.

Algunas de las deidades mayas recibían múltiples nombres y características. Por ejemplo, Venus era conocida como Ah-Chicum-Ek’ (la gran estrella de la mañana) o Xux ek (la estrella avispa). La palabra “ek” significa estrella en maya y también es un apellido común en la región.

De entre los códices mayas conocidos, el Códice de Dresde es uno de los más importantes, ya que es esencialmente un tratado de astronomía. En resumen, los mayas se destacaron por sus conocimientos astronómicos, matemáticos y su capacidad para representar el pasado, el presente y el futuro de su sociedad a través de sus escritos, arquitectura y arte.

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Observaciones Astronómicas

Sol:

Los mayas tenían un profundo conocimiento de los solsticios y los equinoccios, como lo demuestran las numerosas estructuras alineadas con estos eventos astronómicos. Sin embargo, los días de paso cenital eran aún más significativos para ellos. En los Trópicos, el Sol pasa directamente sobre la Tierra dos veces al año, y muchas construcciones en templos mayas fueron diseñadas específicamente para observar este fenómeno.

El Año Haab’ y el Año Tropical:

Los mayas comprendían que el calendario Haab’ de 365 días no coincidía exactamente con el año tropical, que es más largo por aproximadamente 25 días cada año. Para aproximarse al año tropical, los mayas usaron una serie de intervalos observados en sus monumentos. El cálculo más preciso era que el año tropical excedía el Haab’ en un día cada 1,508 años Haab’. Esto significa que después de 1,508 años Haab’, el solsticio que ocurría en una fecha específica en el Haab’ se repetiría. Además, el calendario Haab’ perdía un día cada 1.508 días, lo que tomaba aproximadamente 1,508 años para perder un año completo en el calendario Haab’. Este ajuste precisaba de la relación matemática: 365 x 1.508 = 365,2422 x 1.507, es decir, 1,508 años Haab’ equivalían a 1,507 años tropicales de 365,2422 días.

El Año Tropical en los Códices Mayas:

Los solsticios y equinoccios también están registrados en varios almanaques y tablas de los códices mayas. En el Códice de Dresde, por ejemplo, se encuentran tres tablas estacionales y cuatro almanaques solares, mientras que el Códice de Madrid contiene cinco almanaques solares y el Códice de París posiblemente uno.

Estos códices pueden datarse en la segunda mitad del siglo IX y la primera mitad del siglo X, lo que demuestra el alto nivel de precisión alcanzado por los mayas en la observación y registro de los movimientos solares.

Datos históricos

Los sacerdotes y gobernantes de las ciudades mayas reunían en sus bibliotecas una vasta colección de libros, elaborados con corteza de árbol y pergamino, en los que se registraban las órbitas de los planetas y los ciclos de la Luna y el Sol, acumulando conocimientos a lo largo de los siglos. Sin embargo, con la llegada de los conquistadores, muchos de estos textos fueron destruidos, ya que eran considerados heréticos y debían ser incinerados. La destrucción fue tan extensiva que solo cuatro de estos códices han sobrevivido hasta el presente, conservándose en Madrid, Dresde, París y Nueva York.

Gracias a estos códices, ha sido posible reconstruir la compleja astronomía maya, una ciencia que permitió a los mayas calcular con precisión la órbita de Venus alrededor del Sol y predecir los eclipses, eventos que ellos asociaban con la manifestación de su dios supremo.

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Los Mayas y el Control de los Cielos

Las primeras tablas astronómicas prehispánicas surgieron a raíz de la necesidad de predecir la llegada de la temporada de lluvias, que comenzaba a principios de mayo. Este momento era crucial para los agricultores, pues marcaba el inicio de la siembra del maíz, cuyo ciclo de maduración debía coincidir con el verano.

Después de la primera cosecha entre julio y agosto, se realizaba un segundo sembrado, y la recolección final ocurría en noviembre, antes de la llegada de la estación seca. Con la llegada de diciembre, las lluvias cesaban, y la sociedad podía destinar su fuerza laboral a otras actividades, como la construcción o la guerra, al tener el campo libre durante el invierno.

El ciclo agrícola, que duraba 260 días, se consolidó alrededor del año 1000 a.C. como base del Tzolkin, el primer calendario maya. Este calendario estaba dividido en 13 Uinales de 20 Kin (días) y se fijaba con la referencia del Sol y Venus: el Sol alcanzaba su cenit el 15 de abril, fecha en la que se alineaba directamente sobre el Yucatán, sin generar sombras al mediodía, mientras que los puntos más al norte y sur de la órbita de Venus marcaban los momentos para sembrar y cosechar el maíz.

Además de Venus, los mayas utilizaban la constelación de las Pléyades como otro indicador astronómico importante. Esta constelación aparecía a mediados de mayo junto con Venus, lo que anunciaba la llegada de las lluvias, después de un mes de preparación del terreno y siembra del maíz.

Sin embargo, este sistema, aunque útil para los agricultores, no era suficiente para calcular un año solar de 365 días. Por ello, cinco siglos después adoptaron un segundo calendario, el Tun, que consistía en 360 días divididos en 18 meses, con 5 días adicionales al final del año. Los equinoccios y solsticios se convirtieron en herramientas fundamentales para determinar el inicio del año y, por ende, para organizar el ciclo agrícola.

La influencia de la astronomía maya no se limitó únicamente a la agricultura. Muchas otras actividades, como la guerra, también estaban regidas por las predicciones astronómicas. Venus, por ejemplo, estaba asociado con el dios guerrero Kukulkán, lo que permitió a los sacerdotes determinar los momentos más favorables para iniciar batallas, dependiendo de la visibilidad de Venus en el cielo nocturno.

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