Edad de piedra: características, historia y desarrollo
La edad de piedra, es el período histórico, o más precisamente prehistórico, en el cual el instrumental utilizado por el ser humano estaba construido principalmente con rocas, pero también con hueso, astas de ciervos o madera. El término ‘etapa lítica’ abarca prácticamente toda la existencia del hombre, ya que comienza con las herramientas más antiguas descubiertas por la arqueología y culmina en algunas regiones del mundo, como Australia y Polinesia, cuando la introducción del metal, el hito que marca el final de la etapa lítica, fue difundido por los europeos.
A mediados del siglo XIX, los eruditos europeos en arqueología confirmaron con seguridad que el hombre había vivido en tiempos remotos junto con una serie de animales extintos. Además, determinaron que las piedras conocidas en siglos anteriores como ‘piedras del rayo’ eran herramientas antiguas utilizadas por los seres humanos, y que el período de la piedra tallada precedía en el registro arqueológico al período de la piedra pulimentada, aunque no se sabía nada sobre su difusión o duración en el uso. La era de la piedra, que precede a la edad del bronce y la edad del hierro, fue posteriormente dividida en diferentes fases por el naturalista y político británico John Lubbock. En 1865, acuñó los términos ‘paleolítico’ (del griego paleo, ‘antiguo’, y lithos, ‘piedra’) y ‘neolítico’ (de neo, ‘nuevo’) para definir los períodos de piedra tallada y pulimentada, respectivamente.
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Paleolítico
Durante todo el período paleolítico, el ser humano se dedicó a la caza, recolección y pesca. En realidad, durante la mayor parte del paleolítico temprano, los antiguos seres humanos (como Australopithecus, Homo habilis y Homo erectus) eran más propensos a ser carroñeros que cazadores.
Fue durante el paleolítico medio y superior cuando se llevaron a cabo actividades de caza más especializadas, utilizando herramientas más adecuadas y organizándose en cacerías comunales. Los cazadores se centraron en la caza de herbívoros como caballos, bisontes, cabras, ciervos y antílopes, variando según la región y el clima, que experimentaron fluctuaciones a lo largo de la era glacial. Aunque la caza de animales de gran tamaño como los mamuts fue menos común en comparación con la caza de presas más pequeñas, es verdad que la actividad depredadora del ser humano contribuyó a la extinción de especies de megafauna en varias partes del mundo.
En las vastas llanuras de Norteamérica, los cazadores perseguían manadas de bisontes en impresionantes cacerías masivas, dirigiéndolos hacia barrancos donde eran abatidos posteriormente. Los grupos humanos del paleolítico eran extremadamente nómadas, siguiendo a las grandes manadas de animales en función de las estaciones del año. Durante el paleolítico temprano, es probable que vivieran en pequeños campamentos, cuyos vestigios se han encontrado en yacimientos al aire libre, incluyendo terrazas fluviales. También se ocuparon de cuevas como se evidencia en sitios como Zhoukoudian (China) o Tautavel (Francia).
Durante el paleolítico medio y superior, se utilizaban con mayor intensidad las cuevas y abrigos rocosos como lugares de ocupación, aunque el hombre aún continuaba viviendo al aire libre. En el paleolítico temprano, se construyeron algunos refugios rudimentarios, como los encontrados en las dunas de Terra Amata (Niza, sur de Francia). Sin embargo, en el paleolítico superior se evidencian testimonios de estructuras más avanzadas, como toldos improvisados y en Europa central y oriental, se han descubierto sofisticadas cabañas construidas con cientos de huesos de mamuts.
Se estima que hace aproximadamente 1,5 millones de años se comenzó a utilizar el fuego. Se han encontrado numerosos vestigios de hogares en los lugares de habitación del paleolítico medio y superior. En un principio, se cree que se utilizaba principalmente como fuente de iluminación, calefacción y protección contra animales salvajes. Sin embargo, con el tiempo, también se empleó para cocinar alimentos. Durante el paleolítico superior, se utilizaba para calentar bloques de piedra con el fin de facilitar su talla, para alterar el color de los pigmentos minerales y en algunas regiones, como Moravia y Japón, se usaba para cocer figurillas de arcilla.
Se cree que, durante el paleolítico medio, es probable que los grupos humanos practicaran la navegación. Hay evidencia de que el hombre llegó a Australia hace aproximadamente 55.000 años, lo que significa que cruzó al menos 100 kilómetros de mar abierto, ya que Australia nunca estuvo unida al Sureste asiático, incluso durante los períodos en los que el nivel del mar estaba más bajo.
El primer indicio evidente de prácticas funerarias se remonta al paleolítico medio. Sin embargo, se han encontrado pruebas de un primitivo rito funerario en Atapuerca (Burgos, España) que data de hace unos 300.000 años. Aproximadamente 35 esqueletos humanos del tipo neandertalense fueron depositados en una fosa en este lugar. La ausencia de restos de ocupación y herramientas de piedra (lo cual indica que esos individuos no vivieron allí) y la falta de huesos de animales o marcas de mordiscos (lo cual sugiere que no fueron víctimas de depredadores) apuntan a la presencia de algún tipo de rito funerario.
Se ha descubierto que en la cueva de Shanidar (Irak) hubo un entierro neandertal rodeado de flores, lo que sugiere que en el paleolítico superior las prácticas funerarias se volvieron más complejas. Se ha identificado la cremación más antigua en el lago Mungo en Australia, con una antigüedad estimada de unos 26.000 años. Estos entierros muestran el uso de ocres rojos, así como la presencia de un ajuar funerario y, en algunos casos, cientos de cuentas o abalorios que probablemente estaban asociados a la vestimenta, junto con otras formas de ornamentación y herramientas.
Del mismo modo, aunque existen algunas manifestaciones rudimentarias de arte en el paleolítico inferior y medio (como una figurilla femenina encontrada en Berejat Ram, Israel, con una antigüedad de cientos de miles de años), fue en el paleolítico superior cuando surgió el arte figurativo en todos los continentes, ya sea en forma de arte rupestre o como arte portátil, como grabados o pequeñas estatuillas. Aunque el arte paleolítico europeo es el más conocido, también se encuentran ejemplos de grabados en roca y arte portátil de fecha similar en otros continentes.
Por ejemplo, en Australia existen petroglifos (grabados en rocas) que se pueden datar aproximadamente en hace 40.000 años.En Namibia se encuentran pinturas rupestres polícromas de animales en la cueva conocida como Apolo 11, datadas aproximadamente en 27.500 años atrás. En la India, China y Japón se han descubierto grabados en las valvas de las ostras, astas de animales y cantos rodados, respectivamente. En Brasil, se encuentran las pinturas rupestres de Pedra Furada, con una antigüedad estimada de al menos 12.000 años, aunque se cree que podrían tener al menos 17.000 años.
Mesolítico
La transición entre el final de la glaciación y el comienzo del neolítico fue un período que presentó una brecha en el registro arqueológico del siglo XIX. Con el tiempo, se acuñó el término “mesolítico” (o “edad de la piedra media”) para referirse a este período de transición en Europa.
Hacia la década de 1880, ya se habían identificado algunas culturas avanzadas que datan del 8500 al 7000 a.C. en el Oriente Próximo, mientras que en Gran Bretaña (donde el neolítico proviene del continente europeo) esta etapa se extendió hasta el IV milenio. En general, los grupos mesolíticos continuaron siendo cazadores-recolectores, al igual que sus predecesores, pero cambiaron su enfoque de caza a otras especies animales, como el ciervo rojo y el cerdo, en lugar del reno, debido a los cambios en el clima, que se volvió más templado después de la glaciación. El uso de herramientas de piedra reflejó esta adaptación a las condiciones ambientales, caracterizándose por la presencia de microlitos geométricos.
Estos microlitos geométricos no solo se usaban como puntas de flecha, sino también como componentes de instrumentos más complejos, siendo unidos a mangos de madera o astas de animales con resina, para ser utilizados como hoces u otros tipos de herramientas para la recolección. Además, se empleaban hachas de piedra o azuelas para trabajar la madera. Fueron los grupos paleolíticos tardíos (también conocidos como epipaleolíticos) del Oriente Próximo, como los de la cultura natufiense de Palestina, los que dieron los primeros y significativos pasos hacia la producción de alimentos y la adopción de un estilo de vida sedentario.
Neolítico
Tradicionalmente, la era neolítica ha sido vinculada con el surgimiento de la agricultura, la vida sedentaria y el uso de la alfarería y herramientas de piedra pulida. Sin embargo, en la actualidad se ha descubierto que algunos de estos elementos son anteriores a esta época. La alfarería se encontró en Japón hace 16.000 años, y en Australia se han hallado herramientas pulidas con una antigüedad de 32.000 años. Incluso durante el neolítico, estas características no siempre aparecen juntas.
Por ejemplo, en el Oriente Próximo la producción de alimentos ocurrió antes que la aparición de la alfarería, lo que ha llevado al término de neolítico precerámico. Sin embargo, el término “neolítico” todavía se utiliza en algunas partes del Viejo Mundo. Se cree que comenzó en el séptimo milenio en el Oriente Próximo y finalizó en el segundo milenio en Europa septentrional, dependiendo del inicio del uso del cobre.
Durante el periodo neolítico, surgieron los primeros asentamientos humanos con viviendas construidas con diversos materiales en distintas regiones del mundo. Por ejemplo, en el Oriente Próximo se utilizaron adobes para construir casas, mientras que en Europa central y occidental se emplearon grandes troncos de madera. Un ejemplo notable es Jericó, donde en el neolítico precerámico se erigió una impresionante muralla de piedra.
Sin embargo, quizá uno de los asentamientos neolíticos más asombrosos sea el de Skara Brae en las islas Orcadas, donde las casas y su mobiliario, incluyendo alacenas, aparadores y camas, están hechos de losas. La cerámica, que fue un producto del desarrollo natural de comunidades sedentarias, se utilizó ampliamente. El cultivo de cereales y la domesticación de animales como vacas, ovejas, cabras y cerdos, no fueron el resultado de un descubrimiento brillante, sino una necesidad creada por la presión demográfica.
La minería también tuvo su aparición en el neolítico, con sus orígenes rastreables en el paleolítico, donde se practicaban actividades mineras para obtener ocre en África y Australia, o excavando en cuevas para extraer nódulos de piedra. Durante el mesolítico, se obtenía obsidiana (una piedra volcánica) en las islas del Mediterráneo, pero fue en Europa septentrional durante el neolítico cuando se comenzaron a explotar ricas vetas de sílex de alta calidad mediante un enorme sistema de pozos y galerías radiales, extrayendo los bloques con herramientas hechas de astas de animales. Algunas de las minas más conocidas incluyen Grimes Graves en Gran Bretaña, Krzemionki en Polonia y Spiennes en Bélgica.
El sílex extraído de estas minas, al igual que en muchas otras explotaciones al aire libre, se transformaba en hachas talladas o pulimentadas, y se utilizaba en la extensa y lejana comercialización, siendo empleadas en la deforestación masiva que tuvo lugar en Europa durante esta época.
Las numerosas y largas viviendas (de decenas de metros de longitud) construidas con grandes tablones de madera son consideradas como pruebas de la deforestación. En el yacimiento arqueológico de Kückhoven en el noroeste de Alemania, se ha descubierto el pozo más antiguo, datado más allá del 5000 a.C., que estaba revestido con enormes tablones de madera. Durante el neolítico, también se construyeron caminos o senderos utilizando tablones de madera en las regiones húmedas de Europa, como el de Somerset en Gran Bretaña, y se crearon poblados formados por casas de madera en las orillas de lagos alpinos, a veces construidas sobre plataformas elevadas sobre el agua, conocidas como palafitos.
Las excavaciones en estos asentamientos lacustres han revelado una gran cantidad de productos manufacturados elaborados a partir de materiales orgánicos, como objetos de madera, cestería y tejidos, que normalmente se descomponen con el tiempo. Esto ha permitido obtener una visión de la vida cotidiana en el final de la Edad de Piedra. Este tipo de materiales también se conserva en entornos extremadamente áridos, como el suroeste de América o las alturas de los Andes. La cerámica solía estar exquisitamente decorada con motivos incisos, estampillados o pintados.
El arte del Neolítico también exhibe una diversidad de figurillas, algunas de ellas representando figuras femeninas, especialmente en la región euroasiática. Sin embargo, los logros más destacados se encuentran en una serie de impresionantes monumentos ubicados en varias partes del mundo. En Europa occidental, se encuentran numerosos túmulos funerarios de gran tamaño, construidos con tierra sobre las estructuras funerarias de piedra.
Es destacable el ejemplo de Silbury Hill, ubicado en el sur de Inglaterra, que es un enorme túmulo de creta que mide 40 metros de altura y 160 metros de diámetro, construido alrededor del año 2600 a.C. Aún más impresionantes son los monumentos megalíticos, especialmente los de Europa occidental. Entre ellos se encuentran los grandes círculos británicos, siendo Stonehenge y Avebury quizá los más conocidos; los menhires, que son piedras verticales clavadas en el suelo, aisladas en la mayoría de los casos, pero a veces formando conjuntos asombrosos como los alineamientos de Carnac en Bretaña, Francia; y las estatuas antropomórficas y las grandes tumbas megalíticas con forma de menhir, que se encuentran desde Escandinavia hasta Portugal.
Muchas de estas tumbas estaban ricamente decoradas con motivos incisos en sus piedras, como espirales, puntas de diamante e incluso hachas. Algunas tumbas en España y Portugal presentaban pinturas en su interior.
Se ha confirmado de manera convincente que la disposición y orientación de algunos de estos monumentos estaban relacionados con la astronomía. Por ejemplo, Stonehenge está alineado con el solsticio de verano, mientras que Newgrange tiene una abertura a través de la cual los rayos del sol penetran durante el solsticio de invierno.
Aunque los bloques de piedra utilizados en algunos de los monumentos europeos son de dimensiones imponentes, el logro más destacado de cualquier grupo humano en la Edad de Piedra se encuentra en la Isla de Pascua, en el sur del Océano Pacífico. Desde los primeros siglos de nuestra era hasta aproximadamente el año 1600, los habitantes del neolítico esculpieron impresionantes estatuas que descansaban sobre enormes plataformas construidas con piedras sueltas y recubiertas con losas. Se tallaron alrededor de mil de estos monolitos con cinceles de basalto y se transportaron, probablemente sobre troncos a modo de rodillos, varios kilómetros hasta la costa, donde se encontraban las plataformas. El trabajo que implicó tallar, transportar y levantar estos megalitos ha generado un profundo respeto por los constructores y por la inmensa capacidad del ser humano, que solo contaba con herramientas de piedra y materiales orgánicos.