Turismo sostenible en las playas salvadoreñas

En las últimas décadas, las playas de El Salvador han pasado de ser destinos olvidados a convertirse en escenarios emblemáticos del turismo mundial. Sin embargo, la presión del turismo masivo ha hecho evidente la urgente necesidad de proteger sus delicados ecosistemas. Ante esto, el país ha comenzado a adoptar estrategias de turismo sostenible, un enfoque que busca equilibrar el crecimiento económico con la conservación del entorno, y que involucra a quienes viven, trabajan y visitan la costa.

El concepto de turismo sostenible se centra en garantizar que los recursos naturales y culturales no se agoten y que las generaciones futuras tengan las mismas oportunidades de disfrutar de ellos. En El Salvador, esta visión ha cobrado fuerza a través de políticas estatales, proyectos comunitarios y alianzas internacionales. Desde la implementación de áreas marinas protegidas hasta la difusión de buenas prácticas en hoteles y operadores turísticos, se observa un compromiso creciente con la sostenibilidad.

De esta manera, las playas no solo se transforman en lugares para descansar o practicar surf, sino en laboratorios vivos de conservación y gestión responsable. El objetivo es que cada visitante no solo disfrute del paisaje, sino que también respete, cuide, e impacte positivamente en la comunidad. A continuación, exploramos distintas aristas y acciones que han convertido a las costas salvadoreñas en referentes emergentes del turismo sostenible.

Contexto y marcos de sostenibilidad

En 2017, el gobierno salvadoreño presentó una Política Nacional de Turismo Sostenible, diseñada para integrar los principios de sostenibilidad ambiental, económica y social en la planificación y gestión del turismo. Este marco busca, entre otros objetivos, promover el uso responsable del territorio y los recursos, preservar la biodiversidad y beneficiar de forma equitativa a las comunidades anfitrionas.

Uno de los pilares fundamentales de esta política es asegurar que tanto las autoridades como los operadores turísticos y comunidades trabajen de forma colaborativa. Las capacidades municipales se fortalecen con capacitación en gestión turística sostenible y gobernanza local . Así se busca que los destinos adopten criterios de ordenamiento territorial e inclusión social como elementos básicos de su modelo de desarrollo turístico.

Además, El Salvador ha impulsado proyectos específicos como el desarrollo de la marca “Surf City”, que combina infraestructura, gestión ambiental y participación comunitaria. Esta estrategia integral ofrece un marco ordenado donde el turismo costero se planifica a largo plazo, sin comprometer los recursos naturales .

Por último, el país también cuenta con marcos legales para la protección de zonas frágiles, como áreas Ramsar o reservas marítimas. Estas regulaciones establecen límites para la ocupación territorial, la explotación de recursos y el desarrollo de actividades turísticas, cimentando un equilibrio entre conservación y uso responsable.

Conservación de ecosistemas costeros

Las costas salvadoreñas albergan ecosistemas críticos: manglares, arrecifes coralinos y playas de anidación para tortugas marinas. Por ejemplo, la Bahía de Jiquilisco, declarada sitio Ramsar en 2005, es uno de los hábitats clave para cuatro especies de tortugas marinas, incluido el emblemático carey.

Asimismo, el Complejo Los Cóbanos es una reserva marina con ecosistemas interconectados: manglares, arrecifes y pesca artesanal. Su turismo se orienta hacia buceo recreativo, pesca deportiva y observación de fauna, siempre bajo prácticas reguladas para evitar la sobreexplotación.

No obstante, los manglares enfrentan graves amenazas: la deforestación ha destruido más del 60 % de su cobertura desde 1950, y nuevos desarrollos inmobiliarios, asociados al proyecto Surf City, ponen en riesgo los remanentes costeros. Frente a esto, comunidades locales con apoyo internacional (como Unesco) realizan actividades de rehabilitación, limpieza y monitoreo, buscando restaurar los ecosistemas degradados.

De igual modo, en la costa occidental se han desarrollado iniciativas de conservación de tortugas, con viveros para proteger nidos de especies como la tortuga golfina y la carey. Estas acciones combinan turismo educativo y protección ambiental, donde los visitantes pueden participar en la liberación de crías al mar, generando conciencia y apoyo económico para las comunidades.

Iniciativas comunitarias y participación local

El turismo sostenible en las playas salvadoreñas involucra a la población local como protagonista. Organizaciones como Fundación Naturaleza El Salvador promueven proyectos que vinculan conservación, investigación científica y educación ambiental, con un fuerte enfoque inclusivo.

También existen programas de limpieza participativa en playas y manglares, organizados por entidades gubernamentales, ONGs y voluntarios, que buscan reducir la basura marina y fomentar actitudes más responsables entre turistas y residentes.

Adicionalmente, los comités locales de pesca están insertos en programas de manejo sostenible. En Los Cóbanos, por ejemplo, los pescadores reciben permisos regulados, participan en labores de limpieza y restauración, y obtienen ingresos por conservar el entorno.

Finalmente, emprendimientos comunitarios, como hoteles familiares y pequeñas cooperativas costeras, ofrecen alternativas sostenibles. Un ejemplo es el hotel “Palo Verde”, en El Zonte, que combina hospedaje con conciencia ambiental y actividad local, demostrando que el turismo bien gestionado puede impulsar la economía y la cultura costera.

Infraestructura y proyectos sostenibles

El proyecto Surf City, lanzado en 2021, marcó un hito en la apuesta por playas más ordenadas: construcción de malecones ecológicos, muelles para pesca artesanal, plantas de tratamiento de aguas y senderos accesibles.

La segunda fase, inaugurada en abril de 2025, extendió la infraestructura hacia el oriente del país, integrando ciclovías, miradores, paradas de autobús e iluminación solar a lo largo de un corredor de 11 playas, promoviendo un uso integrado y sostenible de la costa.

Paralelamente, con financiamiento del BID y USAID, se han impulsado programas de gestión costera, fortalecimiento de la gobernanza local y apoyo a PYMEs turísticas en zonas como La Libertad, El Zonte, Usulután y Jiquilisco Bay.

Además, se ha promovido la creación de sellos ambientales que certifican buenas prácticas y reconocen a hoteles, operadores y destinos que cumplen con estándares de sostenibilidad . Estos incentivos contribuyen a que el turismo en las playas se asiente sobre bases sólidas de protección ambiental.

Beneficios socioeconómicos del turismo responsable

El turismo sostenible en las playas salvadoreñas ha comenzado a generar impactos positivos en la economía local. En 2024, al registrarse un récord de 3.9 millones de turistas, el sector aportó el 14 % del PIB, gracias en parte a iniciativas como Surf City que incluyeron mejoras en la seguridad y la infraestructura.

La diversificación de actividades —surf, snorkel, senderismo, ecoturismo de manglares y avistamiento de fauna— convierte a las comunidades costeras en protagonistas, promoviendo emprendimientos de guías, hospedajes y restaurantes familiares.

También se han generado cientos de empleos, directa e indirectamente, en áreas como construcción, tratamiento de aguas, educación ambiental, transporte y servicios. Esto ha favorecido la inclusión de mujeres y jóvenes, fortaleciendo la equidad y el desarrollo local .

Además, el turismo sostenible ha mejorado la calidad de vida local: la infraestructura pública se ha fortalecido, los servicios sanitarios se han ampliado y se han generado espacios de participación que otorgan poder de decisión a la comunidad, creando un círculo virtuoso de protección ecológica y crecimiento económico.

El turismo en las playas salvadoreñas se encuentra en una clara transición hacia la sostenibilidad. Con políticas robustas, conservación activa del patrimonio natural, liderazgo comunitario, infraestructura responsable y resultados económicos tangibles, El Salvador está forjando un nuevo paradigma donde la costa se abraza con respeto, compromiso y esperanza.

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