Saturno (Planeta): concepto, origen y sistema de sus anillos

Saturno es el sexto planeta del Sistema Solar y el segundo más grande. Una de sus características más distintivas es su sistema de anillos, el cual fue observado por primera vez en 1610 por Galileo con uno de los primeros telescopios. Sin embargo, Galileo no comprendió que los anillos eran estructuras separadas del planeta y los describió como “asas”. Fue el astrónomo Christiaan Huygens, en 1655, quien explicó correctamente su naturaleza.

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Para asegurar su descubrimiento, Huygens redactó un anagrama que, al ordenarse, revelaba una frase en latín que se traduce como: “Está rodeado por un anillo delgado y achatado, inclinado hacia la eclíptica y sin tocar en ningún punto el planeta”. Los anillos de Saturno, llamados de acuerdo con el orden en que se identificaron, son los anillos D, C, B, A, F, G y E. Actualmente se sabe que estos anillos están formados por más de 100.000 anillos más pequeños, todos orbitando alrededor de Saturno.

Exploración

Desde la Tierra, Saturno se percibe como un brillante objeto amarillo, destacándose entre los astros visibles en el cielo nocturno. A través de un telescopio, los anillos A y B son claramente visibles, mientras que los anillos D y E solo se aprecian en condiciones atmosféricas excepcionales. Con telescopios muy sensibles en la Tierra, es posible distinguir, dentro de la densa atmósfera gaseosa de Saturno, bandas débiles y estructuras paralelas al ecuador del planeta.

Tres sondas espaciales de Estados Unidos, la Pioneer 11 y las Voyager 1 y 2, ampliaron considerablemente el conocimiento sobre Saturno. Estas naves sobrevolaron el planeta en septiembre de 1979, noviembre de 1980 y agosto de 1981, respectivamente. Equipadas con cámaras e instrumentos, las sondas analizaron intensidades y polarizaciones de la radiación en varias regiones del espectro electromagnético, como la luz visible, ultravioleta, infrarroja y radio. Además, contaban con herramientas para estudiar los campos magnéticos y detectar partículas cargadas y polvo interplanetario.

En octubre de 1997, la nave Cassini fue lanzada con destino a Saturno, llevando también la sonda Huygens para investigar Titán, la mayor y más intrigante de sus lunas. Este proyecto, el último de gran escala de la NASA, se realizó en colaboración con la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana. Tras un viaje de casi siete años, se esperaba que la Cassini recolectara datos sobre Saturno y sus satélites durante cuatro años adicionales.

En octubre de 2002, la nave capturó su primera fotografía del planeta, a 285 millones de kilómetros de distancia, con Titán también visible. En junio de 2004, Cassini sobrevoló Febe, el satélite más distante de Saturno, obteniendo impresionantes imágenes de su superficie, llena de cráteres. En julio de ese mismo año, la nave ingresó en órbita alrededor de Saturno. En enero de 2005, la sonda Huygens atravesó la atmósfera de Titán y llegó a su superficie, enviando valiosos datos e imágenes del satélite.

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Estructura interna

Los modelos planetarios convencionales sugieren que el interior de Saturno es similar al de Júpiter, con un núcleo rocoso rodeado por capas de hidrógeno, helio y pequeñas cantidades de otras sustancias volátiles. Sobre este núcleo se extiende una vasta capa de hidrógeno líquido, resultado de las altas presiones y temperaturas en el interior del planeta.

Los 30,000 km más externos de Saturno consisten en una atmósfera compuesta principalmente por hidrógeno y helio. Se cree que el núcleo del planeta está formado por materiales helados que se acumularon durante su formación, los cuales se encuentran en estado líquido debido a las extremas condiciones de presión y temperatura cercanas al centro. Este núcleo alcanza temperaturas cercanas a los 12,000 K, aproximadamente el doble de la temperatura de la superficie del Sol.

Al igual que Júpiter y Neptuno, Saturno emite más calor del que recibe del Sol. Una parte de esta energía proviene de la lenta contracción del planeta, lo que libera energía potencial gravitatoria acumulada durante la compresión. Este fenómeno se conoce como el mecanismo de Kelvin-Helmholtz.

El calor adicional también se genera debido a la separación de fases entre el hidrógeno y el helio, que estaban inicialmente mezclados pero han comenzado a diferenciarse desde la formación del planeta, liberando energía gravitatoria en forma de calor.

Atmosfera

La atmósfera de Saturno está compuesta principalmente de hidrógeno (88% en masa) y helio (11%), con pequeñas cantidades de metano, amoníaco, cristales de amoníaco y otros gases como etano, acetileno y fosfina. Las imágenes obtenidas por la sonda Voyager revelaron remolinos y corrientes turbulentas de nubes que ocurren a grandes profundidades, en una niebla mucho más densa que la de Júpiter debido a las temperaturas más bajas en Saturno. Las temperaturas en la parte superior de las nubes de Saturno rondan los -176 °C, unos 27 °C inferiores a las que se observan en Júpiter en las mismas altitudes.

Los movimientos de las nubes tormentosas en Saturno muestran que la atmósfera cerca del ecuador tiene un periodo de rotación de 10 horas y 11 minutos. Sin embargo, las emisiones de radio detectadas desde el planeta indican que su núcleo y magnetosfera tienen un periodo de rotación de 10 horas, 39 minutos y 25 segundos. La diferencia de 28,5 minutos entre estos dos periodos sugiere que los vientos ecuatoriales de Saturno pueden alcanzar velocidades cercanas a los 1.700 km/h.

En 1988, los científicos, al estudiar las fotografías tomadas por el Voyager, identificaron una característica atmosférica inusual en el polo norte de Saturno. Esta estructura, que parece una onda estacionaria repetida seis veces alrededor del planeta, forma un gigantesco y permanente hexágono en las bandas de nubes a cierta distancia del polo.

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Magnetosfera

El campo magnético de Saturno es considerablemente más débil que el de Júpiter, y su magnetosfera ocupa aproximadamente una tercera parte de la de su vecino planetario. Esta magnetosfera está formada por cinturones de radiación toroidales que atrapan electrones y núcleos atómicos. Estos cinturones se extienden hasta unos 2 millones de kilómetros desde el centro de Saturno, e incluso más en dirección opuesta al Sol.

Sin embargo, el tamaño de la magnetosfera varía según la intensidad del viento solar, que es el flujo de partículas cargadas provenientes del Sol. El viento solar, junto con los satélites y los anillos de Saturno, suministran las partículas que quedan atrapadas en estos cinturones de radiación. Durante el paso de la sonda Voyager 1 a través de la magnetosfera, se midió un periodo de rotación de 10 horas, 39 minutos y 25 segundos para el interior de Saturno, que está sincronizado con la rotación de la magnetosfera. Esta interactúa con la ionosfera, la capa superior de la atmósfera de Saturno, generando emisiones aurorales en forma de radiación ultravioleta.

Alrededor de la órbita de Titán y extendiéndose hasta la órbita de Rea, se encuentra una vasta nube toroidal de átomos de hidrógeno neutro. Además, un disco de plasma, compuesto principalmente de hidrógeno y posiblemente de iones de oxígeno, se extiende desde el exterior de la órbita de Tetis hasta casi la órbita de Titán. Este plasma gira en perfecta sincronización con el campo magnético de Saturno.

Sistema de anillos

Los anillos de Saturno, visibles desde la Tierra, se extienden hasta una distancia de 136,200 km desde el centro del planeta, aunque en muchas regiones tienen solo 5 metros de grosor. Están compuestos por una mezcla de agregados de rocas, hielo de agua y gases helados, cuyas partículas varían enormemente en tamaño, desde partículas microscópicas de polvo hasta rocas de varios metros de diámetro. Las sondas Voyager 2 encontraron más de 100,000 anillos pequeños dentro del sistema, muchos de los cuales son demasiado tenues para ser observados fácilmente.

Uno de los rasgos más notables de estos anillos es la división de Cassini, una separación entre los anillos A y B que fue descubierta por el astrónomo Jean-Dominique Cassini. Las imágenes tomadas por las cámaras del Voyager revelaron cinco anillos débiles dentro de esta división. En los anillos B y C, que son de los más brillantes, se puede observar que están compuestos de muchos pequeños anillos, algunos de los cuales son ligeramente elípticos y muestran variaciones de densidad en forma de ondas.

Estas ondas de densidad son causadas por la interacción gravitacional entre los anillos y los satélites cercanos, aunque todavía no se comprende completamente cómo ocurren. El anillo B, por ejemplo, es brillante cuando se ve desde el lado iluminado por el Sol, pero se oscurece desde el otro lado porque es lo suficientemente denso como para bloquear gran parte de la luz solar. A su vez, las imágenes también revelaron configuraciones radiales en este anillo, lo que añade una capa de complejidad a la comprensión de su estructura.

Más allá de los anillos principales, como el anillo A y el B, Saturno tiene otros anillos como el anillo C, que es más tenue, y el anillo D, que es extremadamente fino. En la parte exterior de los anillos, se encuentra un anillo delgado y débil conocido como el anillo F. Otro de los anillos menos conocidos es el anillo E, que se extiende desde Mimas hasta Rea, y cuya mayor densidad se encuentra cerca de la órbita de Encélado, uno de los satélites de Saturno.

Se cree que este anillo se alimenta de partículas lanzadas por los géiseres de Encélado, que emiten material en forma de chorros desde su polo sur. Este fenómeno ha sido confirmado a través de las observaciones hechas por la sonda Cassini.

Las sondas Voyager también descubrieron estructuras extrañas en los anillos B, conocidas como “spokes” o cuñas radiales. Estas estructuras oscuras no podían explicarse por las interacciones gravitacionales entre los anillos y los satélites cercanos, ya que su movimiento no coincidía con la mecánica orbital conocida.

Se considera que estas cuñas están relacionadas con el campo magnético de Saturno, ya que su movimiento sigue la rotación de la magnetosfera del planeta. Sin embargo, el mecanismo exacto de su formación todavía no se entiende completamente y es posible que estas cuñas aparezcan y desaparezcan en función de las estaciones.

En 2005, los instrumentos a bordo de la nave Cassini detectaron algo sorprendente: la existencia de una atmósfera en los anillos de Saturno, compuesta principalmente de oxígeno molecular. Esta atmósfera es similar a la de algunos satélites de Júpiter, como Europa y Ganimedes, y añade una capa más de complejidad a la dinámica del sistema de anillos.

Más tarde, en 2006, la nave Cassini realizó una ocultación solar, un fenómeno en el que el Sol pasa directamente detrás de Saturno, lo que permitió a la nave observar el sistema de anillos con una iluminación brillante. Durante este evento, Cassini descubrió un nuevo anillo, apenas perceptible, entre el anillo F y el anillo G, lo que también coincidía con las órbitas de dos satélites coorbitales de Saturno: Jano y Epimeteo. Estos satélites realizan una “danza orbital” que les permite intercambiar sus órbitas. Se piensa que las colisiones de meteoros con estos satélites generaron las partículas que forman este nuevo anillo.

Además, en las imágenes de Cassini se observó material helado que se extiende desde Encélado hacia los anillos, lo que confirma que este satélite está lanzando partículas al anillo E. Los géiseres de Encélado expulsan material en forma de chorros que entran en el anillo E, lo que alimenta su densidad y genera una interacción entre la luna y el sistema de anillos de Saturno. Matt Hedman, investigador asociado a la Universidad de Cornell, comentó que estos descubrimientos dan pistas sobre cómo los satélites pueden influir en la formación y composición de los anillos, esculpiendo sus propios entornos locales.

Por otro lado, en 2007, la NASA anunció el descubrimiento de un cinturón de micro satélites en el borde exterior del anillo A. Estos satélites, cuyo tamaño varía desde el de un camión pequeño hasta el de un estadio, probablemente fueron creados por la destrucción de un satélite más pequeño. Este cinturón también aporta información sobre la compleja interacción entre los satélites y los anillos de Saturno.

Finalmente, en 2009, el telescopio espacial Spitzer descubrió un nuevo y enorme anillo alrededor de Saturno, mucho más grande que los anillos que usualmente conocemos. Este nuevo cinturón se encuentra en el confín del sistema saturniano, a una distancia de unos seis millones de kilómetros del planeta, y se extiende hasta alcanzar los 13 millones de kilómetros de diámetro. Este anillo es tan tenue que ha pasado desapercibido durante siglos. En su interior, se encuentra uno de los satélites más lejanos de Saturno, Febe, que probablemente es la fuente del material que forma este anillo, ya que su órbita se encuentra dentro de este sistema.

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Exploración espacial de Saturno

Desde la Tierra, Saturno aparece como un objeto amarillento y uno de los cuerpos más brillantes en el cielo nocturno. A través de telescopios, es posible observar los anillos A y B con facilidad, pero los anillos D y E solo son visibles en condiciones atmosféricas muy favorables. En telescopios de alta sensibilidad, también se pueden distinguir estructuras pálidas y cinturones paralelos al ecuador del planeta, dentro de su densa atmósfera.

Las misiones espaciales han jugado un papel crucial en la exploración de Saturno. La Pioneer 11, lanzada en 1973, fue la primera nave en acercarse al planeta en 1979, seguida por las Voyager 1 y 2, que en 1980 y 1981 respectivamente, realizaron sobrevuelo de Saturno, obteniendo valiosos datos sobre su atmósfera, anillos y satélites. Las Voyager fueron equipadas con cámaras e instrumentos para analizar diversas longitudes de onda del espectro electromagnético, así como para estudiar los campos magnéticos y partículas cargadas en el sistema.

En 1997, la misión Cassini fue lanzada hacia Saturno. Con la sonda Huygens a bordo, cuyo objetivo era explorar Titán, el mayor satélite de Saturno. Tras casi siete años de viaje, Cassini llegó a Saturno en 2004, comenzando una serie de observaciones que revelaron detalles inéditos de sus anillos y satélites. En 2005, la sonda Huygens descendió a la atmósfera de Titán, enviando datos y fotos de la superficie de este enigmático satélite.

A lo largo de la historia, importantes hitos en la observación y exploración de Saturno incluyen:

  • 1610: Galileo observa los anillos de Saturno.
  • 1655: Christiaan Huygens descubre Titán, el satélite de Saturno.
  • 1789: William Herschel descubre Mimas y Encélado.
  • 1979: Pioneer 11 realiza un sobrevuelo cercano a Saturno.
  • 1980: Voyager 1 obtiene imágenes y datos sobre los anillos de Saturno y Titán.
  • 2004: Cassini/Huygens entra en órbita de Saturno y comienza a enviar información detallada.
  • 2009: Telescopio Spitzer descubre un nuevo y gigantesco anillo alrededor de Saturno.
  • 2017: La sonda Cassini realiza el primero de 22 sobrevuelo cercanos entre Saturno y su anillo más cercano, culminando en un final de misión dramático.

Este avance en la exploración espacial ha permitido una comprensión profunda del planeta, sus anillos y lunas, revelando un sistema dinámico y lleno de misterios.

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