El precio y la falta de tiempo como barreras para comer sano

La alimentación saludable es una aspiración compartida por muchos, pero existen obstáculos que dificultan su práctica. Entre ellos, el precio y la falta de tiempo destacan como los dos factores más citados por quienes intentan mejorar sus hábitos alimenticios.

En primer lugar, el aumento constante del precio de los alimentos más nutritivos (frutas, verduras, legumbres, proteínas magras) representa un freno importante. Numerosas encuestas muestran que entre el 60 % y el 90 % de la población considera que los alimentos saludables se han encarecido en los últimos años y que esto complica mantener una dieta sana.

En segundo lugar, en un mundo donde la vida corre tan rápido, cocinar desde cero se percibe como una tarea costosa en términos de tiempo, no solo dinero. Un 33 % de las personas menciona no disponer del tiempo suficiente para preparar platos saludables . Ambos elementos, precio y tiempo, interactúan en una dinámica que empuja hacia opciones más rápidas, económicas, pero a menudo poco nutritivas.

El precio como barrera para comer sano

La disparidad entre alimentos nutritivos y ultraprocesados es notable. Los productos ricos en calorías pero pobres en nutrientes suelen ser considerablemente más baratos: alrededor de $1.76 por 1 000 calorías, frente a los $18.16 por 1 000 calorías que cuestan alimentos ricos en micronutrientes.

Un estudio de Pew Research Center encontró que el 69 % de los adultos encuestados considera que el aumento del costo de los alimentos saludables dificultaba mantener una dieta sana; la cifra alcanza al 90 % cuando se habla del alza general de precios. Además, entre quienes tienen menores ingresos, el 46 % reconoce que este incremento complica “mucho” comer sano, frente al 15 % en los niveles más altos.

Estas estadísticas muestran una clara brecha socioeconómica: las personas con menos recursos pagan relativamente más por alimentos nutritivos y optan por alternativas más asequibles pero menos saludables.

En el ámbito global, el costo de una dieta saludable ronda los USD 3.96 al día por persona, cifra que supera la línea de pobreza alimentaria en muchos países, y deja sin acceso a más de 2 800 millones de personas.

Finalmente, investigaciones en entornos desfavorecidos, como en el Reino Unido y Estados Unidos, identifican el precio como la principal barrera para consumir frutas, verduras y leguminosas.

Falta de tiempo: el otro gran obstáculo

El ritmo acelerado de la vida contemporánea y los trabajos extensos dejan poco espacio para cocinar. La respuesta formal de la USDA señala que un 30 % de los beneficiarios de programas alimentarios reconoce no tener tiempo para preparar comidas desde cero.

Además, encuestas informales en EE.UU. revelan que alrededor del 80 % de los trabajadores se sienten demasiado cansados al volver a casa para cocinar; el 77 % está “regularmente exhausto” para preparar sus propios alimentos.

Aunque la preparación de alimentos caseros se asocia con mayor calidad nutricional , requiere inversión de tiempo, desde planificar menús y comprar ingredientes, hasta cocinar y limpiar. La industria alimentaria sabe esto y responde con alimentos ultraprocesados listos para consumir, más caros en calorías y pobres en nutrientes, pero que “salvan” tiempo.

A esto se suma la presión psicológica: el estrés ligado al trabajo y la vida cotidiana fomenta el llamado ‘comer emocional’, con tendencia hacia alimentos altos en azúcares y grasas .

Consecuencias combinadas del precio y la falta de tiempo

Cuando el costo de alimentos sanos es alto y cocinar demanda tiempo, la solución más accesible suele ser comida rápida o comida para microondas, con altos niveles de sodio, azúcar y grasa.

Según la Cleveland Clinic, el 46 % de los estadounidenses ve los precios como la principal barrera para una dieta saludable, mientras que el 23 % menciona la falta de tiempo.

La falta de recursos económicos no solo limita la ingesta de alimentos nutritivos, sino que la fatiga post-jornada laboral empuja a muchos hacia decisiones alimenticias rápidas y poco saludables, reforzando un círculo vicioso de mala alimentación y posibles problemas de salud (obesidad, hipertensión, diabetes).

Este escenario se acentúa en zonas con menor acceso a supermercados (food deserts), donde los productos saludables no solo son más caros, sino también menos disponibles, y los ultraprocesados dominan la oferta local.

Estrategias que ayudan a paliar estas barreras

Aunque no se indica H3 ni conclusiones, es útil incorporar subtemas que se desarrollen en los siguientes apartados:

Incentivos económicos y programas sociales

Estados Unidos ha desarrollado iniciativas para reducir el costo de alimentos sanos, como cupones para verduras (produce prescriptions) y programas Food Is Medicine, los cuales muestran cierto impacto.

Subvenciones, descuentos y deducciones fiscales en frutas, verduras y legumbres pueden facilitar el acceso a dietas nutritivas, especialmente entre los más vulnerables.

Organización y planificación del tiempo

La técnica del Meal Prep —preparar comidas por adelantado en un solo día— permite agilizar la semana, generar ahorro y mejorar la calidad nutricional.

Programas comunitarios o campañas educativas pueden enseñar cómo emplear más legumbres, productos congelados o enlatados (más baratos) sin renunciar a nutrición .

Cambios en el entorno alimentario

Incrementar la presencia de supermercados en zonas desfavorecidas mejora precios y disponibilidad. Políticas como impuestos a alimentos ultraprocesados o subvenciones a productos sanos, inspiradas en modelos como el de Hungría, buscan modificar la oferta y promover el acceso saludable.

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