El auge de la tecnología wearable

Los dispositivos wearables están dejando de ser simples herramientas de monitoreo para convertirse en protagonistas centrales de nuestra salud, estilo de vida y productividad. Lo que hace apenas una década era una curiosidad tecnológica, hoy está presente en millones de muñecas, dedos, orejas y hasta tatuajes electrónicos. Este fenómeno no solo refleja una evolución del hardware, sino también del papel que juega la tecnología en nuestra vida diaria.

La adopción masiva de wearables ha sido impulsada por una combinación de factores: mayor conciencia de la salud, avances en sensores, evolución de la inteligencia artificial y una clara demanda por dispositivos más livianos, discretos y personalizados. Actualmente, existen wearables que miden desde tu ritmo cardíaco hasta tus niveles de glucosa, pasando por estrés, temperatura corporal y calidad del sueño. Esta diversificación convierte al wearable en una herramienta indispensable dentro del bienestar y la medicina preventiva.

Este crecimiento no es casual. Las cifras de mercado lo avalan: el valor global de la tecnología wearable superó los USD 84 mil millones en 2024, con proyecciones que indican que podría duplicarse o incluso más hacia 2030, según diferentes estimaciones.

Avances en sensores y monitoreo de salud

La evolución sensórica ha sido decisiva. Ahora es posible integrar en wearables sensores de ECG, saturación de oxígeno, temperatura corporal, análisis de sudor, glucosa, e incluso biomarcadores relacionados con el estrés mental.

En 2025, hemos visto el desarrollo de patches de sudor que rastrean la hidratación e incluso el nivel de alcohol, enviando alertas personalizadas al usuario. Por otra parte, emergen dispositivos de monitoreo no invasivo de glucosa mediante sensores ópticos incorporados en relojes inteligentes, con tecnología de nanofibras plasmónicas capaz de detectar niveles desde el sudor.

Asimismo, la tendencia hacia la electrónica epidérmica—tatuajes electrónicos adheridos a la piel—permite medir actividad cerebral y ocular para evaluar la carga mental en tiempo real. Estos avances potencian la detección temprana de anomalías, desde fatiga cognitiva hasta problemas metabólicos, con posibilidades de reconocimiento y alerta temprana.

Finalmente, la ropa inteligente (e-textiles) y prendas como camisetas deportivas permiten medir ECG, ritmo respiratorio, movimientos y pasos, integrándose con la Internet de las cosas para ofrecer datos continuos de salud. Todo ello sin sobresaturar al usuario con dispositivos voluminosos o incómodos.

Inteligencia artificial y personalización

La incorporación de IA y modelos generativos transforma los wearables de meros recolectores de datos a asesores inteligentes de salud y bienestar . Estos dispositivos no solo registran métricas, sino que ofrecen recomendaciones personalizadas, alarmas predictivas y acompañamiento emocional o funcional.

Un dashboard personalizado generará un “puntaje de salud”, junto a sugerencias de rutina, rehidratación, descanso o cambios de alimentación basados en patrones diarios. La IA también ayuda a filtrar y priorizar alertas, reduciendo la fatiga informativa de tener todo conectado. La tendencia de IA en wearables está consolidando una nueva generación de dispositivos que “entienden” al usuario, ya sea a través de smartwatches, anillos o inteligentes gafas.

Además, la fusión de IA en wearables permite monitorear la fatiga con señales biométricas múltiples, perfeccionando algoritmos predictivos de agotamiento en entornos laborales o deportivos. Así, el wearable puede ser un asistente de prevención integral, actuando antes incluso de que se manifiesten síntomas.

Diversificación de formatos: más allá de la muñeca

Si bien los smartwatches dominan el mercado con más del 58 % de participación , nuevas categorías están ganando protagonismo:

  • Anillos inteligentes sin pantalla —como el Oura Ring— permiten seguimiento discreto de sueño, variabilidad del ritmo cardíaco, temperatura y más. Su diseño compacto y sigiloso atrae a un público que prefiere simplicidad y elegancia.
  • Fitness trackers básicos, sin sistema operativo completo, están regresando fuertemente para 2025; ofrecen larga duración de batería, menor precio y comodidad, lo que los hace atractivos frente a smartwatches costosos.
  • Gafas inteligentes como las nuevas Ray-Ban con pantalla de Meta están preparando el camino para experiencias de realidad aumentada cotidiana, integrando notificaciones y asistentes AI directamente en la vista del usuario .
  • Electrónica epidérmica y patchs adhesivos superdelgados miden parámetros clave sin necesidad de dispositivos voluminosos, siendo ideales en entornos clínicos o de alto rendimiento .

Esta variedad permite a cada usuario elegir el formato que mejor se integra en su rutina, estilo, presupuesto y necesidades.

Mercado global y macro tendencias

Según diferentes consultoras, el mercado global de wearables ya estaba en USD 84 400 millones en 2024 (Grand View), o incluso USD 157 000 millones (Fortune Business) . Las proyecciones anticipan un crecimiento anual entre 13 % y 35 %, dependiendo del segmento, proyectando un mercado que alcanzaría desde USD 186 mil millones (2030) hasta casi USD 1,7 billones (2032).

La expansión en mercados emergentes (Asia-Pacífico creciendo más de 15 % anual) y el dominio de Norteamérica y Europa consolidan una tendencia global de adopción, impulsada por políticas públicas que promueven el autocuidado, como la iniciativa reciente en EE.UU. liderada por Robert F. Kennedy Jr. .

En el entorno empresarial, se observa una adopción creciente de wearables industriales para monitoreo en fábricas o entornos hostiles, con énfasis en seguridad, productividad y salud ocupacional mediante IA predictiva.

Desafíos y consideraciones éticas

La rápida adopción de wearables plantea retos importantes:

  1. Privacidad y seguridad de datos: los dispositivos recopilan información sensible (datos biométricos, ubicaciones, patrones de vida), lo que genera riesgos ante brechas de seguridad o uso no autorizado .
  2. Discriminación algorítmica: sensores ópticos pueden funcionar con menor precisión en pieles más oscuras, lo que genera injusticias tecnológicas .
  3. Regulación insuficiente: aún no existen marcos legales globales sólidos que protejan datos biométricos frente a usos comerciales o gubernamentales cuestionables. Algunos dispositivos desarrollan métricas avanzadas (fertilidad, sueño, estrés), que requieren protocolos éticos serios.
  4. Desinformación tecnológica: usuarios podrían confiar excesivamente en wearables para prevenir enfermedades graves o ignorar señales médicas importantes sin orientación médica profesional.

Abordar estos problemas es esencial para que los wearables continúen evolucionando de forma responsable y segura.

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